Bueno, pues aquí estamos otra vez. El año pasado, el 2023, fue un año un tanto diferente, por lo que sólo hicimos la Artic Off Road, en Benasque. En mi caso con la Honda CRF300L y en el caso de Rafa con la Vogue 300 Rally. Fue una experiencia diferente. Nunca habíamos ido a un evento de este tipo, o bueno, en mi caso, nunca había estado en un evento donde salimos un montón de gente a rodar. Así que como digo fue algo diferente lo cual disfruté aunque esperaba que hubiese algo más de Off Road, pero eso ya es otra historia.
Este viaje ha sido especial por
varios motivos. El primero porque aprovechando el evento de la “BlackBee 2024”
hemos hecho un viaje de 5 días. Es un evento que se realiza en Guadalajara. Es
por carretera y está preparado con mucho mimo. Al ser pocas motos (no creo que
llegásemos a 200) el trato tanto con la organización como con el resto de
moteros es muy cercano, algo que se agradece. Puedes elegir entre 3 recorridos.
El de 300 kms, 500 y 700. Nosotros escogimos el de 500. Por otro lado, no sabes
la ruta hasta que sales, donde en el primer punto de control a través de una
lectura QR te desvelan el recorrido pero sólo hasta el siguiente punto de
control, donde has de leer otra vez otro código QR para el siguiente tramo y
así sucesivamente. Está muy bien ya que no sabes por dónde te llevan y procuran
sorprenderte, tanto a nivel de carreteras como de paisajes, así que tarde o
temprano ves cosas que te gustan. El segundo motivo es porque lo hemos hecho
con las motos pequeñas. En mi caso con una Honda CRF300 L y en el caso de Rafa
una Fantic Caballero 500 muy muy bonita. Parece que es la de Steve Mcqueen en
aquella película. Me encanta. Y el tercer motivo es por un tema personal, ya
sabéis, a veces la vida te pone en situaciones …bueno, no voy a contar aquí mis
historias, no?, aquí se habla de motos, de rutas, de paisajes, de disfrutar,
así que vamos a seguir. Al ir con motos de menor cilindrada el viaje cambia. Intentas
hacer carreteras estrechas, comarcales, huyendo en todo lo posible de las
nacionales. La idea es ir tranquilos con la moto, no a esas velocidades que se
acostumbra a ir con las grandes. Sabemos que en determinados tramos nos vamos a
aburrir (no estamos acostumbrados a la lentitud, por lo menos en mi caso) y en
otros tramos la vamos a gozar, sobre todo esas carreteras que cuando vas con la
CB1000R no paras de pensar a ver cuándo termina, jeje
Como Rafa sale de Bilbao y yo de
Usurbil quedamos en Alsasua, un pueblo en la provincia de Navarra que nos va a
servir para juntarnos y empezar esta aventura. Por mi parte andaba algo
inquieta ya que no sabía cómo se iba a comportar la 300, tanto a nivel de carga
como de motor o si me iba a aburrir mucho o por el contrario iba a disfrutar. Por
otra parte estrenaba varias cosas. Una Kriega 30 (la que tenía se descosió por
un sitio por lo que el agua se podía colar así que me mandaron otra en
garantía), otra Kriega 20, una bolsita de manillar para meter el candado y la
cámara de fotos y una riñonera Kriega. Todo impermeable. El equipaje lo monté
en la parrilla de atrás, una encima de otra.
Como digo quedamos en Alsasua.
Como no podía ser de otra forma llovía. Así que mira, de paso estrenaba (también,
ha sido el viaje de los “estrenos”) pantalones impermeables que han resultado
correctos. Salgo de Usurbil camino Alsasua por autovía, la única que cogí en
todo el viaje (unos 60 kms) para llegar cuanto antes a destino. Tras una lluvia
fina llego a Alsasua, donde parece que a pesar de estar el tiempo amenazante ha
parado de llover, o casi casi. A la de dos minutos llega Rafa con su Fantic.
Qué bonita es!. También era el primer viaje de la Fantic por lo que su forma de
poner las maletas también era nuevo. Vamos, que íbamos de estreno. Los saludos
de rigor, me quito el traje de agua y seguimos ruta.
Hacemos Urbasa con ese tiempo
regulín y esa humedad. Urbasa no defrauda. Siempre que paso por ahí, que ya van
unas cuantas, nunca defrauda. Es tremendo. Salimos en el cruce de Eulate, y de
ahí por Maeztu. En algún punto de esta zona nos encontramos unas obras. Esas
obras que han quitado el asfalto, es pista, hay obreros, máquinas, un semáforo
que regula el tráfico etc. Por un momento, al entrar en la pista, con la moto
cargada, te sientes nómada, jajaja, me parto, ya sabes, te sientes que estás en
“takazistán” pasando por no sé dónde con tu moto como única casa, jaja, y demás
historias. Total que Rafa, que iba delante de mí, se había parado en el
semáforo que regula la obra, y al ir a pararme al lado para decirle la chorrada
de los nómadas, se me engancha el taco de la bota en el estribo, y al ir a
hacer pie, pues no, no saco el pie y zas!, al suelo, así, porque sí, porque yo
lo valgo. Claro que sí. Pedazo nómada estoy hecha. Jaja. En nada aparecen unos
obreros, me ayudan a levantarme, y ahí queda todo. Unas risas y listo, aquí no
ha pasado nada. Además al caer como es tierra no me he hecho daño y la moto
tampoco. Puntazo del día. Ains. Pues nada, corremos un tupido velo, jeje, y
seguimos ruta hasta Logroño. Como no podía ser de otra forma nos liamos un
poco, pero poco eh?. Fíjate que no se me ocurrió poner el GPS, que por primera
vez lo llevaba anclado en el manillar (la primera vez que iba con GPS) para ir
probándolo para hacer la Blackbee. No es un GPS como tal, es un móvil
rugerizado con su soporte así que puedo poner tanto Google Maps, como el Osmand
o la app que quieras (para sistema Android).
Como digo, pasamos Logroño donde
el tiempo de ahora en adelante mejora y cogemos dirección Sierra de Cameros.
Hace tiempo que no vamos por aquí. Es sitio conocido pero no por ello deja de
sorprenderte. Además al ir con motos de poca cilindrada todo cambia. El viaje
entero cambia. Cada curva. Cada bache. Todo.
Pasamos por el “Mirador del Río
Leza” donde recordamos que estuvimos ahí hace lo que parece mil años, con las
motos que teníamos cuando nos conocimos. Rafa la Kawasaki Versys y yo la ER6N.
Qué tiempos aquellos, qué lejos parecen. Qué de cosas han pasado desde
entonces. Porque la vida sigue discurriendo. Tengo un amigo que dice que la
vida es recibir un golpe tras otro, y lo que pasa entre golpe y golpe es la
vida. No sé si lleva razón, pero sí que miro para atrás y veo la de cosas que
han pasado. La de viajes, kms, sensaciones, sentimientos, situaciones, y
piensas, leñe, ¿hemos hecho todo eso juntos?, mientras lo haces no parece, pero
si miras a través de la perspectiva que te da el tiempo todo se ve más claro. Y
sonríes. Hacemos el Puerto de San Andrés. Realmente es espectacular. Siempre
que paso impacta. Otro que no defrauda. Como tantos otros que vamos a ir
recorriendo. Esta vez nos tiene preparado un regalo en forma de dos corzos a un
lado de la carretera. En cuanto sienten ruido se van correteando. Paro las
motos y le pregunto a Rafa si los ha visto, me dice que no, así que paro el
motor y esperamos. Ahí están. Ahora sí los ve. Nos miran entren los árboles,
atentos, inquietos. Trato de adivinar qué piensan. Espero que piensen que somos
peligrosos porque realmente quiero que huyan no porque nosotros les vayamos a
hacer daño, qué va, todo lo contrario, pero sí que hay gente de mi especie que
los mata, y sinceramente, prefiero que huyan, que se vayan, que vivan. Es
increíble todo esto. Hay sitios realmente espectaculares.
Al bajar San Andrés, cogemos
pocos kms de carretera nacional para “arriba” y volvemos a salir a carretera
estrecha para hacer la “Sierra Cebollera” por Montenegro de Cameros, y la
Laguna Negra. ¿Habéis estado?, es muy chulo. Fuimos hace tiempo con las motos
grandes pero supongo que sería verano porque era de pago. Llegas a un parking y
ahí pagas para acceder andando a la Laguna (no pagamos, dimos la vuelta). Sólo
el camino (asfaltado) que hay hasta el parking merece la pena. Es una
carreterilla entre árboles muy bonita. Esta vez no había cabina de pago así que
llegamos hasta el parking más cercano a la Laguna y vimos un cartel donde
indicaba que estaba ahí, a 200 metros. Somos un poco vagonetis, eso de andar
con ropa de moto arrastrando el casco no nos gusta pero venga, va, subimos. Así
que subimos esos 200 metros y allí estaba. La verdad que es muy chula. Merece
la pena. Vemos que el camino puede continuar pero nosotros nos quedamos ahí,
sacamos unas fotos, solucionamos nuestros destinos (o eso creíamos),
disfrutamos del ambiente y volvimos al parking. Buena idea eso de subir. De ahí
seguimos ruta hasta Vinuesa que es donde nos vamos a quedar a dormir. Es
curioso lo de viajar con la 300. Lo vivo todo de otra forma. Lo vuelvo a ver
todo de nuevo. Parece que no me importa parar, tomarme las cosas con otro
ritmo. Hablas, comentas. Pasa el tiempo en parado. Miras las cosas de otra
forma. Todo cambia. Por ahora me gusta el cambio.
Nos hospedamos en el Hotel
Virginia y cenamos en el Restaurante Virginia donde los precios son como si
estuvieses en una ciudad. Pero bueno, estás de vacaciones así que no miras (o
procuras) la factura, jeje, la pagas y ya está. Cuando sales a la calle hace
ese viento frío que se mete por todos lados por lo que vas directa al Hotel a
descansar, porque las emociones, por (como dije) temas personales son muy
intensas y todo se vive de otra forma. Buenas noches.
Vinuesa - Pozo de Guadalajara
Una de las cosas que no he
comentado antes al bajar en motos pequeñas es el tema de la capacidad de
depósito. En mi caso son 7,8 litros si no recuerdo mal y por haceros a la idea
la reserva me entra a los 160 kms o así, dependiendo de qué tipo de carreteras
haya hecho, por lo que yo a los 120 kms ya ando mirando de reojo gasolineras y
a los 150 ya estoy en modo perro sabueso, así que cuando salimos de Vinuesa es
con la idea de gasolinera lo primero. La más cercana nos pilla en Abejar, así
que allá que vamos. Repostamos. Queremos llegar pronto a Pozo de Guadalajara,
que es donde tenemos el evento de la Blackbee, así que hacemos una rutilla
sencilla, sin liarnos. Además, Rafa anda con la pierna mal de un pinzamiento o
no sé qué y va incómodo, así que la idea es llegar y descansar para el día de
mañana. Bajamos por Nódalo, Fuentepinilla, y creo que es a esta altura donde
paro en una plaza de un pueblo muy pequeño. De hecho todo el tiempo que
estuvimos ahí no vimos a nadie. Al parar para no sé qué Rafa me pregunta si he
visto el Puente Romano, uno como abandonado. ¿Qué puente?. Uno de ahí atrás.
Ah, pues vamos a verlo. Así que al girar la moto de izquierdas, ya sabéis, casi
en parado, zas!, me calzo otra ostia, con contundencia. La segunda del viaje.
Perfecto. El ruido de la moto al caer me hace daño. Crack! Y yo también me hago
algo de daño. El asfalto está duro. Además, como no es arrastrón, al ser caída
en seco, zas!, fastidia, sí, sí que fastidia. Me levanto, mientras Rafa me
levanta la moto y vemos que se me ha partido la palanca de embrague y el
paramanos también está tocado. Cagüen. Bueno, como veo que puedo seguir
embragando le digo a Rafa que vamos a ver ese Puente Romano. No quiero que esta
caída no sirva para nada. Así que ya con miedo, me monto en la moto y me
acerco. Al acercarme me doy cuenta de que no puedo pasar de segunda. Paro la
moto y le digo a Rafa que algo ha petado, que vaya shit. Se agacha, mira y me
dice que tranquila, que la palanca de cambios se ha metido debajo de no sé qué
y que por eso no me cambia. La endereza con la mano y listo. Le digo que la
pruebe mientras veo el Puente Romano, porque la verdad no ando con ganas de
volver a montarme en ese momento en la moto. La prueba y al volver me dice que
ya sabe lo que ha pasado. Al parecer la bolsa de manillar (sí, la que
estrenaba) esta puesta de tal forma que en orden de marcha no te das cuenta,
pero cuando vas a hacer un giro cerrado (en parado, por ejemplo), no te deja
girar el manillar del todo. Acabose. Tardo cero-coma en quitar la bolsa de
shit. Pues vaya. Estamos un rato más ahí y seguimos ruta. Bajamos por Berlanga
de Duero, Marazobel y Barahona. Está bien la rutilla. De aquí en adelante vemos
que el tiempo, si queremos llegar pronto a destino, se nos ha echado un poco
encima, así que decidimos ir un poco rectos pero sin pasarnos, jeje. Así que pasamos
cerca de Atienza, por Jadraque, Brihuega, Aranzeque y Pozo de Guadalajara.
Rutilla maja.
Por cierto, a través de internet
conocí a un grupo de moteros de Gipuzkoa y más concretamente a Txema. Nunca le
había visto cara a cara, pero en su día me enteré que iban al evento así que me
puse en contacto con él para decirle que tenía idea de bajar. Le comenté que
iba sola (esa era la idea principal, luego se me unió Rafa) así que hablamos
del alojamiento a lo que él me dijo que tenía reservado el hostal del pueblo
(es la tercera edición de la Blackbee y él había estado en todas, vamos, que ya
sabía del tema) y que casi seguro (que luego fue que sí) tendría habitación.
Así que al llegar al pueblo, fuimos al hostal, nos registramos y ya teníamos
las habitaciones reservadas. Todo perfecto. Ducha y a ver el ambiente. Cuando
bajamos me encuentro al grupo de Moteros que comento y ahí está Txema, que tras
pasar días mandándonos whatsapp para el tema de la Blackbee le conozco, por
fin, en persona. Qué tío más majo!, de esas personas que merecen la pena. No
hay muchas, así que encantada de haberle conocido. Espero coincidir más con él
porque como digo es una persona que merece. Charlamos un rato, nos presenta al
resto de moteros y hale, vamos al ambientazo.
Han habilitado en un parking un
sitio donde reunirnos. La verdad que he empezado este relato y no he comentado
nada de la Blackbee. Soy aficionada a los podcast, o mejor dicho, a la radio en
general, y uno de los podcast de moto que escucho es “Cascos y Decibilios”.
Para quien le guste las motos y la música lo recomiendo encarecidamente. Ellos
son los que organizan el evento. Mientras tratamos de integrarnos en el
ambiente graban un podcast en directo. Un puntazo. Después nos dan una charla
del evento, de cómo iba a ir, consejos, detalles y demás historias. La verdad
que está chulo porque ahí nos reunimos todos y vas conociendo a la gente,
hablas de motos, por supuesto, monotema, porque nos encanta hablar de motos.
Así que todo muy bien. El puntazo del momento es algo que todavía no he
comentado, pero tengo una conocida que se llama Amaia (que también la he
conocido a través de un grupo de moteras, y resulta que nos conocemos de toda
la vida de salir de fiesta en nuestra juventud, qué pequeño es el mundo!) que
se apuntó en el último momento a la Blackbee y de rebote se apuntó un amigo
suyo que yo no conocía, un tal Andoni, pero que iban a llegar, por temas
laborales, muy tarde, sobre las 23:00 y a que a ver si le podía coger la bolsa
que dan el evento (ya sabéis, dorsal, algún llavero, pegatinas, una camiseta,
un botecito de miel, cosas así). Le dije que sin problemas. Bueno, pues en el
breefing, aparte de explicarte un poco todo sortean cosillas, y pilla y le toca
a Amaia el premio gordo, la Tablet!, halaaaa…jaja, qué suerte tiene la tía,
jaja, muy divertido todo.
Una vez que termina todo nos
vamos al hostal a cenar. Abajo tienen un bar donde puedes tomar algo. Justo al
terminar de cenar aparecen Amaia y Andoni. Mientras cenan charlamos un rato de
todo, les damos sus bolsas del evento y la Tablet, jaja, qué risas con la
Tablet. Nada más cenar cada uno a dormir que mañana empezamos la prueba a las 8
de la morning!, apufs…Amaia y Andoni empiezan una hora más tarde que ellos
eligieron la ruta de 300 kms, así que a dormir y mañana mas! y por cierto, qué
maja es Amaia y qué majo es Andoni. Pensando en el tema, en un primer momento
iba yo sola al evento y al final terminamos siendo cuatro y si añadimos el
grupo de moteros de Gipuzkoa (que ellos según bajaban a Pozo de Guadalajara iban
recogiendo gente con el camino), pues unos cuantos más. Qué buen rollo, jeje
Blackbee
También ha sido nuestro primer
día de moto con Amaia y Andoni, y como dije antes, son unas personas geniales.
Siempre con la sonrisa, incluso cuando tienes algún momento de cansancio,
siempre hay motivo para echarte risas. Ha sido un día muy bonito de moto y de
amistad.
Cuando terminamos vamos al hostal
a darnos una ducha. Estoy feliz, me siento bien. Encantada de la vida.
Al terminar de asearnos me
comenta Amaia que ellos están abajo, en el bar del hostal, tomando algo, así
que bajamos y cenamos todos juntos. Comentas anécdotas, hablas de la vida, del
monte, de motos, de todo un poco. Es la cena de los campeones. De los que han
terminado la prueba, jaja, estamos felices y relajados, se nota.
Nos despedimos y cada uno a su
camita, que hay que descansar y mañana toca día de ruta.
Pozo de Guadalajara - Logroño
Nos despertamos y bajamos a
desayunar. El bar está cerrado (ya nos habían dicho), así que vamos a otro del
pueblo. Nos comentan que abren a las 9, así que como faltan unos 20 minutitos
nos damos un paseo. Y qué puntazo, aparecen Amaia y Andoni. Nos habíamos
despedido la noche anterior porque ellos hacían diferente ruta que nosotros de
vuelta (ellos en un día, nosotros en dos), pero ahí que aparecen, así que
desayunamos los cuatro juntos. Da la sensación de que nos conocemos de toda la
vida. La conversación es tan fluida que la tenemos que cortar ya que nos vamos
con las motos!, jaja.
Ellos ya están vestidos de moto
así que nos despedimos y ésta vez sí, hasta la siguiente. Rafa y yo nos
preparemos con calma y salimos. Hace buen día, no hay prisa, así que poco a
poco vamos disfrutando el día. Pasamos por Tórtola de Henares hasta Jadraque. A
partir de aquí la ruta es realmente espectacular y más para nuestras motos.
Carreterillas con muy buenas vistas. Tremendo. Pasamos por La Toba hasta llegar
a Condemios de Arriba, donde repostamos (habíamos repostado ahí en la ruta de
la Blackbee) y nos comenta el gasolinero que la pareja con la que íbamos ayer
(Amaia y Andoni) habían repostado ahí también!, qué casualidad!, aunque mirado
por otro lado, por esa zona no abundan las gasolineras, jaja. En los Condemios
tiramos para la derecha hasta Ujados y vamos para arriba por Retortillo de
Soria. Qué ruta más bonita! Para repetir. Paramos a comer en Burgo de Osma, en
el restaurante “Menaki” donde nos zampamos una pizza, muy muy buena y un trato
muy bueno. Sin duda si vuelvo por aquí ya sé dónde comer. Seguimos hasta San
Leonardo de Yagüe pasando por el Cañon del Río Lobos. Qué decir de esta zona.
Ya la conocemos pero es tremenda. Paras, miras, hablas, hueles. Tremendo. De
ahí por Quintanar de la Sierra, Neila, pasando por Brieva. Hacemos el puerto de
“La Peña Hincada”, qué descubrimiento! Qué chulada!, sin duda repito. Qué
sorpresa. No conocemos este puerto y nos quedamos con la boca abierta. Vaya
gozada. De aquí bajamos hasta la carretera nacional. Hasta aquí la ruta para
repetir. No quito un km. Vaya disfrute. Lo apunto para que no se me olvide
nada.
Como digo, cogemos la nacional y
vamos a Logroño donde hemos reservado hotel. Nunca he estado en Logroño con uso
de razón y tengo ganas de conocer sus famosas calles de poteo. Así que hale,
ducha y para abajo. Y sí, ambientazo, buenos sitios para picar, comer, buen
ambiente. Eso sí, es carillo, eh?, en modo Donosti. Pero merece la pena.
Después de cenar vemos una heladería. Me encantan los helados así que no
podemos evitarlo. Volvemos al hotel, hablando, comiendo helado y disfrutando de
la noche.
Logroño - Usurbil
Este día es un poco de trámite ya que estamos muy cerquita de casa y quiero llegar pronto para pasar a recoger a mi compañero de piso. Mr. Tao, mi perro. De hecho barajamos la posibilidad de ir directos a casa, pero al final hacemos una rutilla bien maja, pasando por el puerto de la Herrera, Opakua, etc.. hasta llegar a Landa. Landa es un sitio bien chulo, donde hay un lago, suele haber mucha gente que va a andar en bici, en moto, senderismo o simplemente para pasar el día estando tirados en la orilla del lago. En un cruce hay un bar donde nos juntamos todos los que pasamos por ahí, así que allí vamos a por un bocata o un algo. Entre que el tiempo no acompaña (hace frío!) y que es lunes hay poca gente así que perfecto. Nos sentamos y mientras nos comemos el bocata hablamos de todo lo pasado estos días y llegamos a la determinación que han sido cinco días de motos muy muy chulos.
Terminamos de comer, nos
despedimos y cada uno a su casa. Rafa a Bilbao y yo a Usurbil. Según llego,
ducha rápida y a por Tao, qué ganas tengo de ver al pequeño Tao!..
Conclusiones
Primer viaje con la moto pequeña
y encantada de la vida. Cambia todo el viaje. El ritmo de todo. Vas buscando
carreterillas pequeñas y si las encuentras vas de lujo. A nivel personal ha
sido un viaje muy intenso. Muchas sensaciones, sentimientos, cosas que hablar, cosas
que decir, cosas que escuchar. A veces cuando sales a andar en moto y te pones el casco, parece que
todo queda de lado salvo la moto, la carretera y tú, donde al ponerte el casco
olvidas todo lo demás, todo lo de la “vida real”. Andas en moto sólo pensando
en la ruta, disfrutándola. En esta ocasión las dos cosas han ido de la mano. No
voy a decir que he salido airosa, porque no ha sido así, para nada, porque es
poco probable salir airosa en mi situación, pero sí digo que ha sido un viaje
especial. Por todo. Por la moto, la compañía, por conocer gente increíble, el
ambiente, la intensidad. Sin duda inolvidable.
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