sábado, 8 de junio de 2024

Blackbee 2024 - Junio 2024


Bueno, pues aquí estamos otra vez. El año pasado, el 2023, fue un año un tanto diferente, por lo que sólo hicimos la Artic Off Road, en Benasque. En mi caso con la Honda CRF300L y en el caso de Rafa con la Vogue 300 Rally. Fue una experiencia diferente. Nunca habíamos ido a un evento de este tipo, o bueno, en mi caso, nunca había estado en un evento donde salimos un montón de gente a rodar. Así que como digo fue algo diferente lo cual disfruté aunque esperaba que hubiese algo más de Off Road, pero eso ya es otra historia.  

Este viaje ha sido especial por varios motivos. El primero porque aprovechando el evento de la “BlackBee 2024” hemos hecho un viaje de 5 días. Es un evento que se realiza en Guadalajara. Es por carretera y está preparado con mucho mimo. Al ser pocas motos (no creo que llegásemos a 200) el trato tanto con la organización como con el resto de moteros es muy cercano, algo que se agradece. Puedes elegir entre 3 recorridos. El de 300 kms, 500 y 700. Nosotros escogimos el de 500. Por otro lado, no sabes la ruta hasta que sales, donde en el primer punto de control a través de una lectura QR te desvelan el recorrido pero sólo hasta el siguiente punto de control, donde has de leer otra vez otro código QR para el siguiente tramo y así sucesivamente. Está muy bien ya que no sabes por dónde te llevan y procuran sorprenderte, tanto a nivel de carreteras como de paisajes, así que tarde o temprano ves cosas que te gustan. El segundo motivo es porque lo hemos hecho con las motos pequeñas. En mi caso con una Honda CRF300 L y en el caso de Rafa una Fantic Caballero 500 muy muy bonita. Parece que es la de Steve Mcqueen en aquella película. Me encanta. Y el tercer motivo es por un tema personal, ya sabéis, a veces la vida te pone en situaciones …bueno, no voy a contar aquí mis historias, no?, aquí se habla de motos, de rutas, de paisajes, de disfrutar, así que vamos a seguir. Al ir con motos de menor cilindrada el viaje cambia. Intentas hacer carreteras estrechas, comarcales, huyendo en todo lo posible de las nacionales. La idea es ir tranquilos con la moto, no a esas velocidades que se acostumbra a ir con las grandes. Sabemos que en determinados tramos nos vamos a aburrir (no estamos acostumbrados a la lentitud, por lo menos en mi caso) y en otros tramos la vamos a gozar, sobre todo esas carreteras que cuando vas con la CB1000R no paras de pensar a ver cuándo termina, jeje

 Como comentaba antes ha sido un viaje de cinco días y unos 1.800kms. Dos de bajada, uno para el evento de la Blackbee y otros dos de subida, así que vamos a ello.

 Usurbil - Vinuesa

Como Rafa sale de Bilbao y yo de Usurbil quedamos en Alsasua, un pueblo en la provincia de Navarra que nos va a servir para juntarnos y empezar esta aventura. Por mi parte andaba algo inquieta ya que no sabía cómo se iba a comportar la 300, tanto a nivel de carga como de motor o si me iba a aburrir mucho o por el contrario iba a disfrutar. Por otra parte estrenaba varias cosas. Una Kriega 30 (la que tenía se descosió por un sitio por lo que el agua se podía colar así que me mandaron otra en garantía), otra Kriega 20, una bolsita de manillar para meter el candado y la cámara de fotos y una riñonera Kriega. Todo impermeable. El equipaje lo monté en la parrilla de atrás, una encima de otra.

Como digo quedamos en Alsasua. Como no podía ser de otra forma llovía. Así que mira, de paso estrenaba (también, ha sido el viaje de los “estrenos”) pantalones impermeables que han resultado correctos. Salgo de Usurbil camino Alsasua por autovía, la única que cogí en todo el viaje (unos 60 kms) para llegar cuanto antes a destino. Tras una lluvia fina llego a Alsasua, donde parece que a pesar de estar el tiempo amenazante ha parado de llover, o casi casi. A la de dos minutos llega Rafa con su Fantic. Qué bonita es!. También era el primer viaje de la Fantic por lo que su forma de poner las maletas también era nuevo. Vamos, que íbamos de estreno. Los saludos de rigor, me quito el traje de agua y seguimos ruta.

Hacemos Urbasa con ese tiempo regulín y esa humedad. Urbasa no defrauda. Siempre que paso por ahí, que ya van unas cuantas, nunca defrauda. Es tremendo. Salimos en el cruce de Eulate, y de ahí por Maeztu. En algún punto de esta zona nos encontramos unas obras. Esas obras que han quitado el asfalto, es pista, hay obreros, máquinas, un semáforo que regula el tráfico etc. Por un momento, al entrar en la pista, con la moto cargada, te sientes nómada, jajaja, me parto, ya sabes, te sientes que estás en “takazistán” pasando por no sé dónde con tu moto como única casa, jaja, y demás historias. Total que Rafa, que iba delante de mí, se había parado en el semáforo que regula la obra, y al ir a pararme al lado para decirle la chorrada de los nómadas, se me engancha el taco de la bota en el estribo, y al ir a hacer pie, pues no, no saco el pie y zas!, al suelo, así, porque sí, porque yo lo valgo. Claro que sí. Pedazo nómada estoy hecha. Jaja. En nada aparecen unos obreros, me ayudan a levantarme, y ahí queda todo. Unas risas y listo, aquí no ha pasado nada. Además al caer como es tierra no me he hecho daño y la moto tampoco. Puntazo del día. Ains. Pues nada, corremos un tupido velo, jeje, y seguimos ruta hasta Logroño. Como no podía ser de otra forma nos liamos un poco, pero poco eh?. Fíjate que no se me ocurrió poner el GPS, que por primera vez lo llevaba anclado en el manillar (la primera vez que iba con GPS) para ir probándolo para hacer la Blackbee. No es un GPS como tal, es un móvil rugerizado con su soporte así que puedo poner tanto Google Maps, como el Osmand o la app que quieras (para sistema Android).

Como digo, pasamos Logroño donde el tiempo de ahora en adelante mejora y cogemos dirección Sierra de Cameros. Hace tiempo que no vamos por aquí. Es sitio conocido pero no por ello deja de sorprenderte. Además al ir con motos de poca cilindrada todo cambia. El viaje entero cambia. Cada curva. Cada bache. Todo.

Pasamos por el “Mirador del Río Leza” donde recordamos que estuvimos ahí hace lo que parece mil años, con las motos que teníamos cuando nos conocimos. Rafa la Kawasaki Versys y yo la ER6N. Qué tiempos aquellos, qué lejos parecen. Qué de cosas han pasado desde entonces. Porque la vida sigue discurriendo. Tengo un amigo que dice que la vida es recibir un golpe tras otro, y lo que pasa entre golpe y golpe es la vida. No sé si lleva razón, pero sí que miro para atrás y veo la de cosas que han pasado. La de viajes, kms, sensaciones, sentimientos, situaciones, y piensas, leñe, ¿hemos hecho todo eso juntos?, mientras lo haces no parece, pero si miras a través de la perspectiva que te da el tiempo todo se ve más claro. Y sonríes. Hacemos el Puerto de San Andrés. Realmente es espectacular. Siempre que paso impacta. Otro que no defrauda. Como tantos otros que vamos a ir recorriendo. Esta vez nos tiene preparado un regalo en forma de dos corzos a un lado de la carretera. En cuanto sienten ruido se van correteando. Paro las motos y le pregunto a Rafa si los ha visto, me dice que no, así que paro el motor y esperamos. Ahí están. Ahora sí los ve. Nos miran entren los árboles, atentos, inquietos. Trato de adivinar qué piensan. Espero que piensen que somos peligrosos porque realmente quiero que huyan no porque nosotros les vayamos a hacer daño, qué va, todo lo contrario, pero sí que hay gente de mi especie que los mata, y sinceramente, prefiero que huyan, que se vayan, que vivan. Es increíble todo esto. Hay sitios realmente espectaculares.

Al bajar San Andrés, cogemos pocos kms de carretera nacional para “arriba” y volvemos a salir a carretera estrecha para hacer la “Sierra Cebollera” por Montenegro de Cameros, y la Laguna Negra. ¿Habéis estado?, es muy chulo. Fuimos hace tiempo con las motos grandes pero supongo que sería verano porque era de pago. Llegas a un parking y ahí pagas para acceder andando a la Laguna (no pagamos, dimos la vuelta). Sólo el camino (asfaltado) que hay hasta el parking merece la pena. Es una carreterilla entre árboles muy bonita. Esta vez no había cabina de pago así que llegamos hasta el parking más cercano a la Laguna y vimos un cartel donde indicaba que estaba ahí, a 200 metros. Somos un poco vagonetis, eso de andar con ropa de moto arrastrando el casco no nos gusta pero venga, va, subimos. Así que subimos esos 200 metros y allí estaba. La verdad que es muy chula. Merece la pena. Vemos que el camino puede continuar pero nosotros nos quedamos ahí, sacamos unas fotos, solucionamos nuestros destinos (o eso creíamos), disfrutamos del ambiente y volvimos al parking. Buena idea eso de subir. De ahí seguimos ruta hasta Vinuesa que es donde nos vamos a quedar a dormir. Es curioso lo de viajar con la 300. Lo vivo todo de otra forma. Lo vuelvo a ver todo de nuevo. Parece que no me importa parar, tomarme las cosas con otro ritmo. Hablas, comentas. Pasa el tiempo en parado. Miras las cosas de otra forma. Todo cambia. Por ahora me gusta el cambio.

Nos hospedamos en el Hotel Virginia y cenamos en el Restaurante Virginia donde los precios son como si estuvieses en una ciudad. Pero bueno, estás de vacaciones así que no miras (o procuras) la factura, jeje, la pagas y ya está. Cuando sales a la calle hace ese viento frío que se mete por todos lados por lo que vas directa al Hotel a descansar, porque las emociones, por (como dije) temas personales son muy intensas y todo se vive de otra forma. Buenas noches.

 








Vinuesa - Pozo de Guadalajara

Una de las cosas que no he comentado antes al bajar en motos pequeñas es el tema de la capacidad de depósito. En mi caso son 7,8 litros si no recuerdo mal y por haceros a la idea la reserva me entra a los 160 kms o así, dependiendo de qué tipo de carreteras haya hecho, por lo que yo a los 120 kms ya ando mirando de reojo gasolineras y a los 150 ya estoy en modo perro sabueso, así que cuando salimos de Vinuesa es con la idea de gasolinera lo primero. La más cercana nos pilla en Abejar, así que allá que vamos. Repostamos. Queremos llegar pronto a Pozo de Guadalajara, que es donde tenemos el evento de la Blackbee, así que hacemos una rutilla sencilla, sin liarnos. Además, Rafa anda con la pierna mal de un pinzamiento o no sé qué y va incómodo, así que la idea es llegar y descansar para el día de mañana. Bajamos por Nódalo, Fuentepinilla, y creo que es a esta altura donde paro en una plaza de un pueblo muy pequeño. De hecho todo el tiempo que estuvimos ahí no vimos a nadie. Al parar para no sé qué Rafa me pregunta si he visto el Puente Romano, uno como abandonado. ¿Qué puente?. Uno de ahí atrás. Ah, pues vamos a verlo. Así que al girar la moto de izquierdas, ya sabéis, casi en parado, zas!, me calzo otra ostia, con contundencia. La segunda del viaje. Perfecto. El ruido de la moto al caer me hace daño. Crack! Y yo también me hago algo de daño. El asfalto está duro. Además, como no es arrastrón, al ser caída en seco, zas!, fastidia, sí, sí que fastidia. Me levanto, mientras Rafa me levanta la moto y vemos que se me ha partido la palanca de embrague y el paramanos también está tocado. Cagüen. Bueno, como veo que puedo seguir embragando le digo a Rafa que vamos a ver ese Puente Romano. No quiero que esta caída no sirva para nada. Así que ya con miedo, me monto en la moto y me acerco. Al acercarme me doy cuenta de que no puedo pasar de segunda. Paro la moto y le digo a Rafa que algo ha petado, que vaya shit. Se agacha, mira y me dice que tranquila, que la palanca de cambios se ha metido debajo de no sé qué y que por eso no me cambia. La endereza con la mano y listo. Le digo que la pruebe mientras veo el Puente Romano, porque la verdad no ando con ganas de volver a montarme en ese momento en la moto. La prueba y al volver me dice que ya sabe lo que ha pasado. Al parecer la bolsa de manillar (sí, la que estrenaba) esta puesta de tal forma que en orden de marcha no te das cuenta, pero cuando vas a hacer un giro cerrado (en parado, por ejemplo), no te deja girar el manillar del todo. Acabose. Tardo cero-coma en quitar la bolsa de shit. Pues vaya. Estamos un rato más ahí y seguimos ruta. Bajamos por Berlanga de Duero, Marazobel y Barahona. Está bien la rutilla. De aquí en adelante vemos que el tiempo, si queremos llegar pronto a destino, se nos ha echado un poco encima, así que decidimos ir un poco rectos pero sin pasarnos, jeje. Así que pasamos cerca de Atienza, por Jadraque, Brihuega, Aranzeque y Pozo de Guadalajara. Rutilla maja.

Por cierto, a través de internet conocí a un grupo de moteros de Gipuzkoa y más concretamente a Txema. Nunca le había visto cara a cara, pero en su día me enteré que iban al evento así que me puse en contacto con él para decirle que tenía idea de bajar. Le comenté que iba sola (esa era la idea principal, luego se me unió Rafa) así que hablamos del alojamiento a lo que él me dijo que tenía reservado el hostal del pueblo (es la tercera edición de la Blackbee y él había estado en todas, vamos, que ya sabía del tema) y que casi seguro (que luego fue que sí) tendría habitación. Así que al llegar al pueblo, fuimos al hostal, nos registramos y ya teníamos las habitaciones reservadas. Todo perfecto. Ducha y a ver el ambiente. Cuando bajamos me encuentro al grupo de Moteros que comento y ahí está Txema, que tras pasar días mandándonos whatsapp para el tema de la Blackbee le conozco, por fin, en persona. Qué tío más majo!, de esas personas que merecen la pena. No hay muchas, así que encantada de haberle conocido. Espero coincidir más con él porque como digo es una persona que merece. Charlamos un rato, nos presenta al resto de moteros y hale, vamos al ambientazo.

Han habilitado en un parking un sitio donde reunirnos. La verdad que he empezado este relato y no he comentado nada de la Blackbee. Soy aficionada a los podcast, o mejor dicho, a la radio en general, y uno de los podcast de moto que escucho es “Cascos y Decibilios”. Para quien le guste las motos y la música lo recomiendo encarecidamente. Ellos son los que organizan el evento. Mientras tratamos de integrarnos en el ambiente graban un podcast en directo. Un puntazo. Después nos dan una charla del evento, de cómo iba a ir, consejos, detalles y demás historias. La verdad que está chulo porque ahí nos reunimos todos y vas conociendo a la gente, hablas de motos, por supuesto, monotema, porque nos encanta hablar de motos. Así que todo muy bien. El puntazo del momento es algo que todavía no he comentado, pero tengo una conocida que se llama Amaia (que también la he conocido a través de un grupo de moteras, y resulta que nos conocemos de toda la vida de salir de fiesta en nuestra juventud, qué pequeño es el mundo!) que se apuntó en el último momento a la Blackbee y de rebote se apuntó un amigo suyo que yo no conocía, un tal Andoni, pero que iban a llegar, por temas laborales, muy tarde, sobre las 23:00 y a que a ver si le podía coger la bolsa que dan el evento (ya sabéis, dorsal, algún llavero, pegatinas, una camiseta, un botecito de miel, cosas así). Le dije que sin problemas. Bueno, pues en el breefing, aparte de explicarte un poco todo sortean cosillas, y pilla y le toca a Amaia el premio gordo, la Tablet!, halaaaa…jaja, qué suerte tiene la tía, jaja, muy divertido todo.

Una vez que termina todo nos vamos al hostal a cenar. Abajo tienen un bar donde puedes tomar algo. Justo al terminar de cenar aparecen Amaia y Andoni. Mientras cenan charlamos un rato de todo, les damos sus bolsas del evento y la Tablet, jaja, qué risas con la Tablet. Nada más cenar cada uno a dormir que mañana empezamos la prueba a las 8 de la morning!, apufs…Amaia y Andoni empiezan una hora más tarde que ellos eligieron la ruta de 300 kms, así que a dormir y mañana mas! y por cierto, qué maja es Amaia y qué majo es Andoni. Pensando en el tema, en un primer momento iba yo sola al evento y al final terminamos siendo cuatro y si añadimos el grupo de moteros de Gipuzkoa (que ellos según bajaban a Pozo de Guadalajara iban recogiendo gente con el camino), pues unos cuantos más. Qué buen rollo, jeje



Blackbee

 Hoy es el día de la Blackbee. Nos despertamos a las 6:45, bajamos a desayunar a las 7 (abrieron el bar del hostal para que podamos desayunar, cosa que se agradece un montón) y entre esto y lo otro se nos escapa un poco el tiempo. La salida es a las 8 (realmente puedes ir cuando quieras pero lo ideal es hacer las cosas a su hora para luego no terminar el evento a las mil). Aparecemos en la salida a las 8:15 y entre que el Osmand blablablá y blebleblé, terminamos saliendo con media hora de retraso, a las 8:30. No pasa nada. No es una carrera. Estás ahí para disfrutar así que empezamos. Sales y más o menos tienes una hora hasta el siguiente punto de control donde tienes que leer otro código QR para que te desvele el siguiente tramo. Este punto de control tiene regalo. Nos han preparado, para quien quiera, huevos con migas. Cuando llegamos ahí están todos los moteros comiendo, hablando y echando risas. Unos con el navegador, otros con las motos, en fín, un ambiente que nos gusta. Mientras paso por el servicio Rafa se sirve unas migas con huevo. Yo no como porque a las 9:30 de la mañana y después de haber desayunado no es algo que me apetezca especialmente, y menos migas con huevos! Jeje, pero está claro que los demás no opinan como yo, ya que todo el mundo está feliz con su plato, jeje. Mientras unos comen (Rafa) y otras miran el código QR (yo, jeje), llegan Amaia y Andoni. Entre que nosotros salimos algo tarde de la ruta, ellos algo pronto y van más rápidos que nosotros, ya estamos todos juntos. A partir de este punto hacemos el resto del recorrido juntos. Hablamos un rato, descansas y sales. No puedo decir por dónde íbamos pasando, ya que como digo, te iban desvelando la ruta en cada punto de control, pero sí digo que fue una ruta chula. Algunos tramos más que otros. En nuestro caso los tramos más revirados nos gustaron mucho más que los tramos de carretera amplia, ya que al ir con motos pequeñas prefieres carreteruchas. Pero en general estuvo muy bien. Por el ambiente, la ruta, la compañía, que personalmente fui muy muy a gusto, en definitiva todo el rollo motero, que al no ser muchas motos, lo hemos disfrutado un montón. A través de estos, más o menos, 560 kms (Amaia y Andoni unos 200 menos), nos encontramos de todo: corzos muertos en la carretera (nos avisaron que es una tierra que has de tener mucho cuidado en la carretera porque los animales la cruzan, evidentemente, sin avisar), carreteruchas bacheadas, carreteruchas perfectas, carreteras amplias, paisajes, una mujer en mitad de la carretera hablando tranquilamente con el carrito de niño como si fuese la única persona en el mundo (glup, mieditis nos dio), motos, todo tipo de motos. A medida que ibas pasando los kms te ibas cruzando con los mismos moteros, ya que al final coges un ritmo y vas coincidiendo con la misma gente. Al terminar parecía que conocías a la gente de toda la vida, jaja, aunque no supieses ni sus nombres. Nos pusieron de comer en una especie de frontón. Todo muy bien organizado y sin colas. En todo el evento no tienes sensación de agobio por la gente ni nada, porque como digo no es un evento grande y parte de su grandeza radica en eso. No hay colas, no hay agobios. Todo fluye, todo perfecto. Además, en cada punto de control está alguien de la organización preguntándote qué tal vas, etc..en mi caso sobre todo coincidí con Megan y Suso, una pareja encantadora que estaban ahí para todo, y tener esa atención hace que vayas mucho más relajado sabiendo que si tienes algún percance ellos van a hacer todo lo posible por ayudarte.

También ha sido nuestro primer día de moto con Amaia y Andoni, y como dije antes, son unas personas geniales. Siempre con la sonrisa, incluso cuando tienes algún momento de cansancio, siempre hay motivo para echarte risas. Ha sido un día muy bonito de moto y de amistad. 

Cuando terminamos vamos al hostal a darnos una ducha. Estoy feliz, me siento bien. Encantada de la vida.

Al terminar de asearnos me comenta Amaia que ellos están abajo, en el bar del hostal, tomando algo, así que bajamos y cenamos todos juntos. Comentas anécdotas, hablas de la vida, del monte, de motos, de todo un poco. Es la cena de los campeones. De los que han terminado la prueba, jaja, estamos felices y relajados, se nota.

Nos despedimos y cada uno a su camita, que hay que descansar y mañana toca día de ruta.








 Pozo de Guadalajara - Logroño

Nos despertamos y bajamos a desayunar. El bar está cerrado (ya nos habían dicho), así que vamos a otro del pueblo. Nos comentan que abren a las 9, así que como faltan unos 20 minutitos nos damos un paseo. Y qué puntazo, aparecen Amaia y Andoni. Nos habíamos despedido la noche anterior porque ellos hacían diferente ruta que nosotros de vuelta (ellos en un día, nosotros en dos), pero ahí que aparecen, así que desayunamos los cuatro juntos. Da la sensación de que nos conocemos de toda la vida. La conversación es tan fluida que la tenemos que cortar ya que nos vamos con las motos!, jaja.

Ellos ya están vestidos de moto así que nos despedimos y ésta vez sí, hasta la siguiente. Rafa y yo nos preparemos con calma y salimos. Hace buen día, no hay prisa, así que poco a poco vamos disfrutando el día. Pasamos por Tórtola de Henares hasta Jadraque. A partir de aquí la ruta es realmente espectacular y más para nuestras motos. Carreterillas con muy buenas vistas. Tremendo. Pasamos por La Toba hasta llegar a Condemios de Arriba, donde repostamos (habíamos repostado ahí en la ruta de la Blackbee) y nos comenta el gasolinero que la pareja con la que íbamos ayer (Amaia y Andoni) habían repostado ahí también!, qué casualidad!, aunque mirado por otro lado, por esa zona no abundan las gasolineras, jaja. En los Condemios tiramos para la derecha hasta Ujados y vamos para arriba por Retortillo de Soria. Qué ruta más bonita! Para repetir. Paramos a comer en Burgo de Osma, en el restaurante “Menaki” donde nos zampamos una pizza, muy muy buena y un trato muy bueno. Sin duda si vuelvo por aquí ya sé dónde comer. Seguimos hasta San Leonardo de Yagüe pasando por el Cañon del Río Lobos. Qué decir de esta zona. Ya la conocemos pero es tremenda. Paras, miras, hablas, hueles. Tremendo. De ahí por Quintanar de la Sierra, Neila, pasando por Brieva. Hacemos el puerto de “La Peña Hincada”, qué descubrimiento! Qué chulada!, sin duda repito. Qué sorpresa. No conocemos este puerto y nos quedamos con la boca abierta. Vaya gozada. De aquí bajamos hasta la carretera nacional. Hasta aquí la ruta para repetir. No quito un km. Vaya disfrute. Lo apunto para que no se me olvide nada.

Como digo, cogemos la nacional y vamos a Logroño donde hemos reservado hotel. Nunca he estado en Logroño con uso de razón y tengo ganas de conocer sus famosas calles de poteo. Así que hale, ducha y para abajo. Y sí, ambientazo, buenos sitios para picar, comer, buen ambiente. Eso sí, es carillo, eh?, en modo Donosti. Pero merece la pena. Después de cenar vemos una heladería. Me encantan los helados así que no podemos evitarlo. Volvemos al hotel, hablando, comiendo helado y disfrutando de la noche.









Logroño - Usurbil

Este día es un poco de trámite ya que estamos muy cerquita de casa y quiero llegar pronto para pasar a recoger a mi compañero de piso. Mr. Tao, mi perro. De hecho barajamos la posibilidad de ir directos a casa, pero al final hacemos una rutilla bien maja, pasando por el puerto de la Herrera, Opakua, etc.. hasta llegar a Landa. Landa es un sitio bien chulo, donde hay un lago, suele haber mucha gente que va a andar en bici, en moto, senderismo o simplemente para pasar el día estando tirados en la orilla del lago. En un cruce hay un bar donde nos juntamos todos los que pasamos por ahí, así que allí vamos a por un bocata o un algo. Entre que el tiempo no acompaña (hace frío!) y que es lunes hay poca gente así que perfecto. Nos sentamos y mientras nos comemos el bocata hablamos de todo lo pasado estos días y llegamos a la determinación que han sido cinco días de motos muy muy chulos.

Terminamos de comer, nos despedimos y cada uno a su casa. Rafa a Bilbao y yo a Usurbil. Según llego, ducha rápida y a por Tao, qué ganas tengo de ver al pequeño Tao!..



Conclusiones

Primer viaje con la moto pequeña y encantada de la vida. Cambia todo el viaje. El ritmo de todo. Vas buscando carreterillas pequeñas y si las encuentras vas de lujo. A nivel personal ha sido un viaje muy intenso. Muchas sensaciones, sentimientos, cosas que hablar, cosas que decir, cosas que escuchar. A veces cuando sales a andar en moto y te pones el casco, parece que todo queda de lado salvo la moto, la carretera y tú, donde al ponerte el casco olvidas todo lo demás, todo lo de la “vida real”. Andas en moto sólo pensando en la ruta, disfrutándola. En esta ocasión las dos cosas han ido de la mano. No voy a decir que he salido airosa, porque no ha sido así, para nada, porque es poco probable salir airosa en mi situación, pero sí digo que ha sido un viaje especial. Por todo. Por la moto, la compañía, por conocer gente increíble, el ambiente, la intensidad. Sin duda inolvidable.

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario