Aquí estamos de nuevo! Cómo nos
gustan las motos, no?, jeje
La idea de estas vacaciones era
hacer el Pirineo con las motos pequeñas, la Fantic Caballero 500 y la Honda CRF
300 L. Cabía la posibilidad de que nos acompañaran dos personas. Joserra, con
su Africa Twin que si se podía escapar del trabajo podría venir uno, varios o
todas las vacaciones y Fernando, con su Aprilia Tuareg, que vendría el primer
día, es decir, la intención era venir a Usurbil a la mañana (él sale de cerca
de Estella) y volver a su casa al finalizar la ruta del día.
Por otro lado Rafa el año pasado
contrató 3 noches de Paradores, que le caducaban ya, así que había que usarlos.
Quedamos en hacer el primer día en el Parador de Sos del Rey Católico y otros
dos en el Parador de Vielha. Con esta idea miramos mapas, pensamos rutas, ya
sabéis, al ir con las pequeñas la idea es hacer carreteruchas y vas dando forma
a todo en la cabeza. Un par de días antes de salir Joserra me comentó que al
final no puede venir, una pena porque la verdad que me hubiese gustado que
viniera. Aporta esa calma que tanto me gusta.
Este viaje ha sido especial en muchos sentidos, pero sobre todo el
hecho de ir sola ha hecho que vaya pensando y hablando mucho conmigo
misma. Sobre todo lo que está pasando ahora mismo a mi alrededor, que no es
poco, y sobre mis sentimientos a nivel general. Quiero decir que no esperéis
una crónica al uso. Empezando porque las fotos que saqué son insípidas (la verdad que eso de ir sola y hacerse fotos a una misma, no sé yo..) y terminando por el blablablabla que hay en todo este relato. Espero
que no os aburráis.
El plan era salir el lunes desde
Usurbil. Rafa vendría de Bilbao el mismo lunes y Fernando desde la zona de
Estella. Ya el domingo con ese nerviosismo molón de los viajes vas dejando preparadas
las cosas y como el viaje es con la CRF300L, voy fijándome más en los detalles
ya que sólo he hecho un viaje con ella hace un me escaso. El caso es que Rafa
llevaba un par de días algo pachucho y tenía algo de fiebre así que le comenté
que se hiciese la prueba del COVID y el domingo pasadas las 21:30 horas recibo
un whatsapp con una foto del positivo. Buala!, vaya palo!, juas, que no viene
al viaje! Me puse algo nerviosa porque se va todo al pairo. Todo lo que había
preparado para dos personas ya no vale. Tlampa, como diría el de los Goonies.
Al final me digo a mi misma que no me da la gana de quedarme en casa las
vacaciones así que tomo la determinación de hacer el viaje sola (el primer día
me acompañaría Fernando), y claro, cuál es la
moto con la que me siento segura?, la CB1000R, la gordita. La CRF300L es
como un potrillo, siempre quiere corretear, hacer locuras de juventud, meterse aquí y
allá, pero la gordita significa aplomo y seguridad que la verdad era lo que yo
necesitaba en ese momento. Llevamos 10 años de viajes juntas, así que ya está. Decidido.
Bajo al garaje, le pongo las cinchas para el equipaje, rehago las maletas y
hale, a hacer kms! Yuujuu!!
Día 1. Usurbil – Sos del Rey Católico
No he dormido del todo bien. Supongo
que es el nerviosismo del viaje. Hace muchos años que no viajo sola y eso fue
hace ya varias vidas en tiempo. Hice viajes cortos y nunca estaba del todo
cómoda. Desayunas sola, comes sola, cenas sola, duermes sola. El ir en moto
sola no me suele importar, pero el resto me solía pesar un poco y si a eso le
unimos que los últimos 10 años Rafa y yo viajamos con el intercomunicador y vas
blablablabla todo el día, hace que el hecho de estar las 24 horas sola sienta
cierta inquietud. Todos estos pensamientos se me juntan en la cabeza, pero me
digo a mi misma lo mismo que me ha dicho mi hermano. Si te quedas en casa va a
ser siempre lo mismo. Así que nada, vamos. Además, hoy viene Fernando conmigo.
He quedado a las 11 con él. A menos cuarto oigo su moto así que salgo y le digo
que no me queda nada en preparar así que decide irse a tomarse un café al bar
del pueblo, que, me comenta, lo necesita. Termino de preparar todo, le paso a
buscar y salimos. Empieza la aventura!
Salimos dirección Hernani para
coger la carretera de Goizueta. He escogido esta carretera un poco por
Fernando. Pienso que al ir con una Tuareg le va a gustar. Esta carretera tiene
de todo un poco, zonas de un carril, zonas de dos carriles, curvas normales,
reviradas y mucha naturaleza. La carretera está algo sucia y húmeda en algún
tramo así que vamos con cuidado. Pasamos por Doneztebe donde repostamos
gasolina y aprovechamos para charlar un poco. La verdad que Fernando es un tío
muy agradable con mucha conversación. Me hace sentir a gusto. Descansamos un
poco y salimos para Elizondo. Hacemos el puerto de Izpegi, que es muy chulo,
con unas vistas espectaculares. Este puerto hace de muga con Francia. Ya en
Francia pasamos por Donibane, surcamos sus carreteras y volvemos a entrar en
Navarra para hacer Roncesvalles. Nunca me canso de hacerlo. Es tremendo. Arriba
paramos a comer una ensalada en una terraza. Qué buen día hace. Hay buen
ambiente, la comida es correcta y la compañía agradable. Se está muy a gusto.
Le mandamos fotos a Rafa, ya que el pobre se ha quedado en casa con COVID, para
que por lo menos se entretenga. Una vez descansados salimos para Otsagabia
donde en vez de seguir recto subimos para Larraine. La temperatura cambia
radical. De 23 grados pasamos a 15. Se
nota. Además, se junta la niebla que hace que no tengamos vistas, cosa
que es una pena y la sensación térmica baja todavía más. Bajamos Pierre St.
Martin. Es mi puerto favorito de esta zona. Me encanta, pero la niebla ha
decidido no dejarnos ver nada, o casi nada, y la temperatura sigue bajando.
Llegamos a 13 grados con niebla lo que significa que hace más frío todavía. La verdad
que sí que hace frío y empiezo a sentir ganas de empezar a bajar ya que
necesito unos grados más. Empezamos la bajada de Belagua y noto cómo la
temperatura se templa un poco, pero todavía poco. Pasamos por la Ermita y el Refugio,
donde Fernando me indica que le gustaría tomar algo, así que allá que vamos. El
Refugio ha estado cerrado durante algunos años, pero hace unos pocos se ha
vuelto a abrir. Está perfecto con unas vistas que quitan el hipo. Sopla el
viento. Dejamos las motos y entramos. Tiene todo cristalera y aquí, ya sin
niebla, da el sol y hace muy buena temperatura. Qué bien. Fernando se toma un
café y yo un vaso de leche y seguimos charlando de todo un poco disfrutando de
las vistas. Vemos que la hora se nos va un poco así que decidimos seguir.
Bajamos y bajamos, menudo puerto más chulo el de Belagua y poco antes de llegar
al Pantano de Yesa nos despedimos. Unas fotos, unas frases de buen viaje y él
coge dirección Estella y yo Sos del Rey Católico.
La primera en la frente porque me
equivoco de camino. Como si no conociese esta zona!, pero tengo la cabeza en
otro lado. No importa, voy por otro lado y listo. Disfruto. Llego al Parador
algo más tarde de lo que tenía pensado. Me impresiona el sitio al llegar. Qué
chulo! Nunca he estado en un Parador. Veo motos aparcadas y dejo al mía justo
al lado, como una más del grupo. Se nota que no somos grupo porque todas las
motos son de fuera de España. Francia, Inglaterra y Alemania. Soy la única con
una “E”en la matrícula. Curioso. Entro, me registro y subo a la habitación. Qué
chulo por Dios, y qué calma. Es lo que necesito. Perfecto. Me ducho y salgo.
Está oscureciendo. Voy buscando un sitio donde cenar algo y los sitios que veo
no me llaman. Son cuatro calles y menos sitios donde elegir pero no me llama
ese ambiente. Estoy casi segura que los que veo cenando en las terrazas son
clientes del Parador y no me siento a gusto. Sé por qué pero creo que no me
entenderíais, aunque lo voy a intentar: es como si el aire oliese a pomposidad
y en este momento no me apetece. Sigo andando y veo un bar de pueblo. Asomo el
cabezón y para mi sorpresa veo que tiene una terraza-patio detrás y poca gente.
Este es mi sitio. Entro, voy a la terraza donde hay un chico en una mesa y dos
chicas en otra, me siento y sí, es aquí donde estoy a gusto. De fondo, en el
bar, tienen la tele puesta con un partido de fútbol, pero lo oigo lejos, no me
molesta, de hecho me distrae y de frente disfruto de la entrada de la noche con
unas bonitas vistas. Pido una ensalada de pollo que está buena. Me quedo un
rato respirando y pensando en los días que tengo por delante, que no sé cuántos
serán, si uno, dos tres o cuántos. Depende de mí. Sigo respirando y no hago
nada. Solo respiro. Pasa el tiempo y la noche ya está aquí. Pago y vuelvo al
Parador. Está iluminado y bonito. Voy a la habitación, trasteo un poco con los
mapas, hablo con Rafa por teléfono y poco a poco me va entrando el sueño.
Duermo como una niña. Qué a gusto se está en este Parador.
Día 2 – Sos del Rey Católico – Sort
Me levanto descansada. He dormido
mejor de lo que pensaba. Me visto y bajo a desayunar. Ahora veo todo mucho
mejor, es de día y la cosa cambia. Si anoche pensé que vaya sitio más chulo
ahora lo subo de nivel. Tremendo. Entro al salón donde se desayuna. Porque es
un salón, no una cafetería ni un yo qué sé. No, es un salón, un salón elegante.
Doy mi número de habitación y en seguida me indican dónde ponerme. Está todo
muy bien puesto y se respira calma. Se me acerca un camarero bien dispuesto a
agradar y me pregunta si quiero algo caliente, como tortilla, huevos, migas,
txistorra (que lo traducen como “Basque Suggage” o algo así), butifarra,
revuelto y cosas así. No gracias, pero si me sacas leche caliente te lo
agradezco. El personal es muy amable y el buffet como digo, muy bien puesto. El
ambiente es muy tranquilo. Los manteles son manteles de verdad y hay música de
fondo muy adecuada para el momento. Me siento bien. Desayuno leche, yogur
casero, tofú, avena, kiwi, tostadas con aceite, con mantequilla, vamos, como
Dios, y me siento mucho mejor. Salgo y aprovecho para dar una vuelta por los
alrededores del Parador. Es muy muy bonito. Nota mental: si vuelvo a este sitio
llegar un poco antes para disfrutar de sus salones, terrazas y patios.
El día promete calor, así que
recojo las cosas y salgo. Hago la Ruta de los Castillos, es decir, voy por
Uncastillo, Luesia, El Puerto de Sierra Mayor hasta Ayerbe. Esta zona la solía
hacer como hace 14 años pero dejé de hacerla por el calor. Ahora mismo no hace
calor sofocante pero me tengo que parar a quitarme alguna capa. Son unos 60 kms
hasta llegar a Ayerbe. Es una zona muy chula donde vas cambiando tanto de
paisaje como de asfalto, desde bacheado hasta correcto. Es una carretera más
para la 300 que para la 1000, pero como hace muchos años que no paso la
disfruto. De Ayerbe voy a Jaca. Esta carretera me encanta. Es, no sé ni cómo
describirla, mmm, tiene una carretera muy chula, unos paisajes dignos de
mención (pasando por la zona de Riglos, que merece mucho la pena) y unas curvas
que las disfruto una a una, como dicen los Maiden en una canción. Reposto
gasolina en Jaca donde aprovecho para llamarle a Tomás. Es un amigo que conozco
hace más de 20 años que vive en Sabiñanigo con su mujer. Me comenta que están
en el pueblo y que pase a tomar algo. Perfecto. Me planto ahí en 10 minutos y
vamos a una terraza donde charlamos mientras tomamos algo. Hace años que no les
veía y la charla es amena. Hace calor, demasiado para mi gusto. Me hablan de la
piscina del pueblo y por un momento me veo bañándome y dudo, por un segundo, si
quedarme, pero al final me despido de ellos y sigo carretera. En marcha se está
mucho mejor. Disfruto. Voy como para Formigal y a la altura de Gavín me meto
para hacer el puerto del Cotefablo. Espectacular. Sigo haciendo kms hasta
llegar a Broto donde paro a comer medio bocadillo de tortilla. Esta carretera
es realmente tremenda Curvas curvas y más curvas. De aquí bajo para Ainsa, que
para mi es la sartén de la zona. Hace menos calor del que pensaba cosa que se
agradece. Voy a Pont de Suert y de seguido a la Pobla de Segur. No sé bien
dónde dormir así que decido ir a sitio y lugar conocidos. Sort. He estado unas
cuantas veces aquí y normalmente duermo en el mismo hotel. Toda esta carretera,
o sea, desde Ayerbe aquí, que son horas de moto, es tremenda. No sé cuántas
veces la habré hecho, pero es muy muy disfrutona. Curva, contracurva, paisajes,
buen asfalto, moteros, moteras, y aire. Es una carretera que no deja que te
despistes. Estás ahí por y para ella. Tus pensamientos no van más allá de la
curva que estás haciendo y la siguiente. Necesito esto. Me evado de “la vida
real”. Disfruto. Vas por unos cuantos puertos que rondan los 1300 metros, pasas
por un par de Congostos. El de Ventanillo está en obras pero da igual, es muy
chulo. Paro a preguntar en el hotel
habitual. Hay sitio a un precio, como siempre, asequible así que perfecto. Me
ducho y salgo a dar una vuelta. Me tomo algo y aprovecho para mandarle un par
de audios a Joserra, que ya que no ha podido venir le tengo al día de dónde
ando.
El pueblo, como siempre, está
lleno de gente, así que al final decido ir al restaurante del hotel, donde creo
que he cenado siempre que he estado aquí. Hay sitio, precio bueno así que
perfecto de nuevo. Subo a la habitación y como siempre, miro y remiro mapas,
leo algo, hablo con Rafa y a dormir. Hoy ha sido uno de esos días de moto de
ritmo ágil. No piensas en nada. Todo es tan chulo y el ritmo alegre que solo
conduces y conduces y conduces y disfrutas. Muy buen día de moto. Caigo rendida
y me duermo.
Día 3. Sort – Vielha
Duermo bien y bajo a desayunar,
que es buffet y no siendo como el del Parador es más que suficiente. Desayuno
fuerte. Salgo, cruzo la acera y me quedo mirando el río que tengo delante.
Algunos de los moteros que han dormido en el hotel ya están fuera preparando
las cosas para salir. Creo que todos estamos pensando en el calor que va a
hacer hoy. Nos saludamos con un leve movimiento de cabeza. Subo a la
habitación, recojo, me visto y salgo. Vamos a ello.
Tengo varias rutas para poder
elegir, pero siempre pensando que el final de la ruta de hoy es Vielha, que
tengo ahí dos noches de Parador, así que decido hacer una ruta intermedia. Ni
pocos ni muchos kms. Quiero llegar a buena hora para disfrutar del Parador.
Salgo dirección a Adrall. Esta
carretera es tremenda, con su Coll de Cantó como insignia. En días de calor
está muy bien ya que la carretera crestea y la temperatura baja. Las vistas son
increíbles. No me canso de hacerlo y ya van unas cuantas veces que paso por
aquí. De Adrall bajo pasando por el “Congost de Tresponts”, el cual disfruto.
Bajo un poco más y cojo el desvío dirección “Coll de Jou”. Nada más empezar me
paro para quitarme algo de ropa. Por ahora buena temperatura. Arranco la moto y
salgo dispuesta a hacer esta carretera que sé que me gusta. Curvas, paisajes,
poco tráfico por no decir insignificante, naturaleza. Bufs, qué bonito todo!.
La velocidad media por aquí es de 70/80 para que os hagáis a la idea del tipo
de carretera que es. Para repetir. Antes de llegar a la población de Berga la
carretera se amplia y es tremenda. Me encanta. Una vez llego, voy para el norte
con intención de hacer una carretera en concreto pero me lío y voy por otro
lado. Qué raro, no?, liarme yo, jeje, pan nuestro de cada día. Me doy cuenta a
la de pocos kms, así que paro y saco el mapa. Jum. Sí, he cogido otra, pero ésta
me está gustando así que decido seguir por aquí y que sea lo que Dios quiera.
Al cerrar el mapa se me cae el móvil, ya que empiezo a estar cegata de vista y
necesito la linterna del móvil para ver el mapa. Tela, eh?, jeje, bueno, el
caso es que se cae y se me pica el protector de pantalla, pero estoy tan a
gusto que me da igual. Me encojo de hombros, guardo el móvil, arranco la moto y
sigo. Vaya descubrimiento de carretera!. Es la que va de Berga hasta Ripoll. Me
encanta. De Ripoll tiro hasta Ribes de Freser y aquí llega el Paraíso. Con
mayúscula. Tengo que reconocer que he venido hasta aquí para hacer este tramo
de carretera. No sé cuántas veces la habré hecho ya. Tres, cuatro?, no sé, pero siempre
que vengo por la zona intento hacerla de nuevo así que allá voy. Respiro hondo
y a ver qué me parece esta vez. Brum, brum. Acelero, curva, curva, paisaje, curva.
Lo bueno que tiene esta carretera es que no pasas por pueblos porque todos
tienen su bifurcación a un lado. Tú tiras, a buen ritmo, sin parar. Es como
comerse un toblerone de 100 gramos. Los disfrutas sin cansarte. Sigues, sigues,
sigues, van pasando los kms, pero sigues sigues sigues, no piensas, solo aceleras,
frenas, aceleras, frenas, conduces y de repente llegas a Puigcerdá. Ya? Se hace
corto y todo. Me encanta. Es como si aguantases la respiración y no vuelves a
respirar hasta que la terminas. Sólo ella y tú. No defrauda.
De Puigcerdá cojo dirección de “Seu
de Urgell” y a medio camino paro a comer un algo. No me apetece menú así que me
como medio bocata de pan con tomate y queso. Qué bueno está!. Es perfecto,
además el sitio es muy tranquilo, la gente educada, sin altibajos de sonido y
el personal atento y amable. Y ya el colmo es cuando me cobran. Baratísimo.
Tanto que me sorprendo. Sin duda volveré.
Según salgo, zas, ha tardado en
llegar pero aquí está, caloret. Hasta Adrall calorazo. Del malo. Jur. De Adrall
a Sort respiro, porque como comenté antes vas en altura. Se agradece. Paro
arriba del Coll de Cantó. Bien, aquí se está bien. Sé que cuando baje volverá
el calorazo así que me hago de rogar, pero bueno, todo llega así que me vuelvo
a montar en la moto y hale, para abajo. Llego a Sort. Arg. Sí, calorazo. 33
grados marca un termómetro que está a la sombra. De Sort a Vielha por la
Bonaigua. Veo que arriba se ha puesto en modo Mordor. Lluvia. No me importa. De
hecho no pienso ponerme el traje de agua. Paso. Así me refresco. Según voy
subiendo veo dos motos grandes, de estas de viaje, con 4 personas alrededor
poniéndose el traje de agua. ¿En serio?, me encojo de hombros y sigo. No es
para tanto, caen cuatro gotas y estoy casi segura de que es la subida a la
Bonaigua, que por cierto, ¿cuántas veces habremos estado con las motos ahí,
Rafa?. Muchísimas. Siempre paramos a hacer una foto en el mismo sitio. Es la
primera vez que vengo por aquí sola, sin él, pero la costumbre es la costumbre
así que voy donde siempre a sacar esa foto. Me acuerdo de él y pienso que estará
en casa con COVID. Le mando ánimos. Se ha puesto a llover, pero es muy poquito.
Me da igual. Paro, hago alguna foto, me entretengo con el paisaje. Miro a la distancia y veo Mordor. Se acerca. Tormenta. La huelo, la noto en el ambiente. Veo a lo lejos pasar a los moteros que
se estaban poniendo el traje de agua. Van bajando el puerto con sus trajes
amarillos. Respiro y sigo mirando el paisaje. Y de repente lo oigo. Bruuuum.
Tormenta, a lo lejos. Is coming. Guardo la cámara de fotos, y sin ponerme el
traje de agua, porque paso, porque no me da la gana ya que hace nada me estaba
cociendo, arranco y salgo. Según voy bajando empieza a llover goterones. No me
importa, incluso lo agradezco. Al pasar por un túnel, veo a la salida del mismo
a los moteros del traje de agua, parados dentro del túnel, esperando, supongo,
a que pase esta tormenta que no termina de reventar. Les rebaso. No entiendo
bien por qué paran si llevan el traje de agua. La lluvia empieza a caer un poco
más fuerte pero sin llegar a ser nada importante. Me refresco. Al llegar a
Vielha veo que el Parador está a tres kms del pueblo. Vaya. Eso no lo esperaba.
Una vez que dejo la moto no me gusta volver a cogerla. Pero bueno, ya
pensaremos algo. Me doy de alta en el Parador. Es muy bonito. No llega, bajo mi
punto de vista, al nivel del de Sos del Rey Católico, pero es bonito,
espacioso, con sus salones y..tachán, piscina!. Recuerdo haber metido un traje
de baño por algún lado, así que me cambio y bajo a darme un chapuzón. El agua
está, para mí, algo fría, pero hay poca gente y se está a gusto. Me doy un
baño, subo, me ducho, me cambio y decido bajar a uno de los salones a tomar
algo, escribir y mirar mapas, cosa que me encanta. Las tortas a nivel de precio
en el Parador las dan a gusto, a mano abierta, pero bueno, un día es un día.
Según estoy mirando mapas me acuerdo de los moteros del traje del agua parados
al final del túnel esperando. Pienso que vaya kks de tios, que no era para
tanto, para acto seguido pienso que quién soy yo para juzgar a nadie. Igual no
les gusta conducir con lluvia, con el suelo mojado, o son novatos, o no se
encuentran bien o les gusta ver llover o me da igual qué, pero el caso es que
no soy nadie para juzgarles y tacharles de “loquequierasponeraqui”. Si están
parados están parados. No molestan a nadie. Mentalmente me recrimino ese tipo
de pensamientos. No tienen cabida en mi cabeza, en mi forma de ser (o en lo que
intento ser). Fus fus.
Sigo a lo mío, a mis mapas, a mis
notas y a mis pensamientos. La ruta de hoy ha sido espectacular. Los únicos kms
así en modo sosainas son de Puigcerdá a Adrall, que no deja de ser una recta,
pero del resto no quito ni un km. Como suelo decir, para repetir. Estoy
encantada con este viaje.
Llega la hora cenar. Barajo la
idea de bajar al pueblo pero me da pereza, así que me pido un sándwich y ceno
ahí mismo. Es caro, sin duda, pero por lo menos está bueno y me quedo bien.
Subo a la habitación, hablo un rato con Rafa y el cansancio llama al sueño, así
que vamos a dormir que mañana hay más kms que hacer.
Día 4. Vielha – Vielha
Duermo bastante bien. El sitio es
tranquilo y eso ayuda mucho a descansar. Se agradece. Bajo a desayunar y es muy
parecido al de Sos del Rey Católico, es decir, un salón muy majo (el otro era
elegante), el personal que atiende eficiente y educado y el sitio más que
agradable. Desayuno fuerte, porque todo está muy bueno, porque todo es
apetecible y porque estás muy a gusto. Después de desayunar como siempre salgo
a la calle. Decido dar una vuelta al Parador por fuera por verlo mejor y cuando
estoy en ello veo un desvío a un km a un pueblo que se llama Casau. Hace buena
temperatura, así que decido ir dando un paseo. En nada me planto en el pueblo y
veo un par de sitios, nada más entrar, de hospedaje, y uno de ellos con pinta
pequeño y bien puesto. Veo tres personas y un perro compartiendo desayuno en
una terraza, saludo y entro. Me atiende un chico joven y le pregunto si esta
noche puedo cenar ahí o hace falta ser cliente. Me comenta que sin problema.
Que llame primero (me da una tarjeta) por si acaso pero que no habrá problema
de sitio porque hay poca gente. Perfecto. Vuelvo al hotel pensando que qué bien
que ya tengo un sitio donde cenar que no sea el Parador con sus precios de
astronauta.
Llego, miro mapas por asegurar la
ruta que quiero hacer, me visto y salgo. Hace calor pero todavía se está bien.
Mi idea es hacer una ruta por el Pirineo Francés, pero en vez de tirar para el
oeste, que es la ruta de siempre, hacerla por el este, que son Cols no tan
altos como los típicos pero es una zona que no conozco.
Salgo para el norte dirección
Francia, por la N125. Mi primer destino es un pueblo llamado Bausen. El caso es
que estoy leyendo un libro de viajes que me está gustando mucho. Se llama “Pirineos.
Más allá de las montañas” de Kris Ubach (el cual recomiendo encarecidamente)
que habla de este pueblo. Más en concreto de una tumba. Al parecer hace ya unos
cuantos años convivía ahí una pareja que se querían mucho pero nunca llegaron a
casarse. Era una relación conocida por todo el pueblo y una pareja muy maja. Un
día ella murió y el párroco no quiso enterrarla en el cementerio porque según
él, al no estar casados, vivían en pecado. Así que los vecinos del pueblo,
conocedores de la relación de la pareja, construyeron una tumba para darle
descanso a ella y que él pudiese ir a visitarla. Y ahí tenemos un “cementerio”
de una sola tumba. Así que allá que voy, a visitar el sitio. Llego al desvío
que marca el pueblo y me meto. Es una subida de unos 3 kms de una carretera
estrecha y muy revirada. El calor, en este poco tiempo que llevo de ruta, ha
aumentado y lo empiezo a notar. Tse. Va a ser un día duro de temperaturas. Sigo
subiendo y llego al pueblo. Debe de ser un pueblo turístico porque ya a las
afueras veo un parking y alguna que otra autocaravana. Me adentro con la moto,
las calles se estrechan, mucho, pienso que no creo que entre mi coche por aquí.
Son empinadas y de piedra para darle ese toque de “peligrosidad” a la moto.
Empiezo a sudar y me inquieto al pensar dónde me estoy metiendo. Voy mirando
desvíos por si marca algo. No veo nada y llego a un sitio donde las piedras
terminan y empieza pista. Sigue siendo estrecho, con firme irregular y con una
leve inclinación. Venga ya. Intento dar la vuelta y ya veo que montada no va a
ser posible. Really?. En un momento me veo metida en un sitio algo delicado. Me
bajo de la moto e intento mover la moto para atrás. No me da la fuerza. Bufs.
Calor. Empiezo a sudar. Miro a un lado y a otro y ahí no hay nadie. Suspiro. Me
quito el casco y los guantes, los dejo a un lado y me pongo a empujar la moto.
Cómo pesa la gordita. Sudo más. Consigo dar la vuelta a la moto no sin cierta
dificultad. Sudo a mares. Suspiro de nuevo. Pienso que no es buena forma de
empezar la ruta y que si quiero ver la tumba me temo que voy a tener que
bajarme de la moto y buscarla. La verdad que no me apetece empezar a patear un
pueblo muy empinado, con cazadora, guantes, casco y calor. A mi lo que me gusta
es andar en moto. Ya vendré a ver la tumba otro día. Me despido del pueblo y
sigo ruta hacia el norte, dirección Francia. Al llegar a la frontera veo
control policial. Jur. Cuánto tiempo. A algunos dejan pasar y a otros los
paran. A mi, extrañamente, me paran (normalmente me suelen dejar pasar).
Documentación. Es una chica muy joven y seria. Miro a mi alrededor. Veo armas y
caras serias. Jum. No me gusta nada. Me quito el casco. Quiero que vea la cara
de inocente que tiendo a usar con la Policía. Y la pongo. Inocente total. No he
roto un plato en mi vida. Le pregunto con una sonrisa y mi mejor cara de
empanada el porqué del control y me contesta que buscan tabaco. Y una shit, no
le creo. Como buscas tabaco paras a una moto que va sin equipaje ni mochila,
claro. Le miro con sorpresa poniendo cara de niña buena y le pregunto a ver si
también es control antiterrorista. Levanta la mirada y la fija directamente en
mis ojos. Seria. Le sonrío. Parece que al mirarme a los ojos se destensa. Quiero
saberlo, tengo curiosidad por saber cuánto es capaz el ser humano de volver a
la misma kk de antaño. Me dice que también. Vuelta al pasado. La historia se
repite. Como hay peligro y temor nos aprietan. Esos controles aduaneros de toda
la vida que quienes vivimos cerca de la frontera conocemos bien. Entiendo el
porqué de su existencia y me apena. La policía me sonríe, me dice que todo ok y
que puedo seguir. Pues nada, sigo ruta pensando en el tema. Jum. Cuando veo el
cartel de Saint-Beat me desvió a la derecha hacia el Col de Mentes. Las
carreteras por aquí son sin arcén y con pavimento rugoso. Eso hace que la
velocidad sea media. Voy a gusto. Estoy descubriendo sitios. Me gusta. Llego a
otro desvío y sigo dirección al Col de Portet d´Aspet. La zona es chula pero
para variar los franceses siguen poniendo gravillons en todos lados. Es increíble.
Ven un bache, lo tapan y te ponen gravillons para dar y regalar. Por mucho que
pongan el cartel de gravillons da igual. Es peligro de ostión. Es la tónica de
la ruta de hoy. Siguen pasando los kms y sigo disfrutando. Cojo el desvío el
Castillon-en-Couserans y hago el Vallé de
Bethmale, para después hacer el Col de la Gore. Me gusta el sitio. Sí.
Brum brum. Sigo. Cojo el desvío que me lleva por el Valle de d´Ustou y en el
siguiente cruce hago un globito en el mapa y enfilo hacia Oust. Van pasando las
horas y entre el calor y la carretera, que es dura, tienes que estar muy
pendiente aún yendo a velocidad media. Entre el gravillons, el tipo de carretera
y el calor noto que me voy cansando, pero como voy disfrutando sigo. Es difícil
hacerme bajar de la moto cuando voy a gusto. Eso sí, noto sed. Sé que debería
de parar a beber algo pero me da pereza. Sigo. Al llegar a Oust, en vez de
volver por el mismo sitio, mi intención es ir hacia el norte dirección Col de
Catchaudégué (y en caso de no verlo claro, ya que el mapa me marca carreteras que creo que son pistas,
volver por el mismo sitio). Veo en el mapa que hay algún desvío que otro y
pienso que la voy a liar, pero no, extrañamente no. Al entrar a un pueblo veo
una carretera que sube, asfaltada, muy estrecha (de nuevo) y muy muy empinada.
Dudo pero el cartel es inequívoco. Esta es la dirección a tomar. Estoy contenta
porque parece que no me he perdido. Así que me meto con la moto y subo. El tema
se empieza a poner muy complicado porque la carretera se empina más (más?, sí,
más) todavía y se estrecha de verdad. La velocidad no creo que supere los 15
por hora. Ay Dios. Liada. Llego a un punto sin llegar arriba que la
carreterucha se bifurca en tres caminos igual de estrechos y de empinados pero
sin cartel. Freno y me paro. Estoy en una cuesta muy empinada y ya empiezo a
notar, de nuevo, el sudor. Me resbala por la espada y sé que parte de la culpa
la tiene el calor, pero la otra parte, mi nervio. Sé que se ha vuelto a liar el
tema y tengo que dar la vuelta. No quiero ir más allá. El mapa me marca entre
carretera y pista, no sé bien lo que es, quería ir a mirar pero la cosa se ha
complicado. Decido dar la vuelta pero ¿cómo?. A que la lío. La inseguridad que
arrastro desde que me caí varias veces por la altura de la moto con la 300 se
hace patente. Arg. Tranquila. En esta moto haces pie, pero sí, no hay duda, el
sitio es bastante complicado para dar la vuelta. Poco a poco voy consiguiéndolo
hasta por fin dar la vuelta y empezar a bajar de nuevo. Noto frío en el cuerpo
porque me da el viento de nuevo y sudo a mares. Y sed. Tengo mucha sed. Decido
volver por donde he venido, que era el plan B, así que allá que voy. Curva
curva curva. Disfruto, pero tengo calor y sed. Voy notando cómo me empiezan a
fallar los reflejos porque tengo que parar a descansar y beber algo. Llevo
horas en marcha por una carretera que te exige, con calor y sed. Hambre aún (o
eso creo) no tengo. El fuerte desayuno aguanta. Sigo. Kms y kms, hasta que
pienso que sí o sí tengo que parar. Ahora mismo no estoy disfrutando y el
cuerpo me pide a gritos como mínimo agua y si puedo algo más. Francia es un
país de horarios diferentes a los nuestros. Son las 15:00 pasadas y sé que ya
no voy a encontrar sitios donde comer pero voy buscando un bar donde beber y
picar algo. Sigo sigo sigo sigo sigo sigo sigo. Arg. Estoy forzando demasiado.
Veo un sitio que creo que está abierto. Paro la moto, me quito el casco y me
asomo. Sé que estoy cansada pero no me he dado cuenta de a qué nivel. Parezco
novata, joe, ¿cómo no he parado antes?. La puerta es de cristal, no veo clientes
dentro pero sí a una chica joven detrás de la barra haciendo cuentas a algo.
Tengo la sensación de que está cerrado pero no estoy segura. La chica me mira y
me pregunta, de forma amable, qué quiero. Le hago el gesto de beber algo
(something for drink please) y de repente noto que, ostia, realmente estoy
cansada. Ella duda y le insisto. Me indica que pase. Paso y veo dentro un chico
vestido de (luego me di cuenta) cocinero. Le repito mi petición de agua por
favor, me pregunta si de cristal o de grifo y le digo que me es igual, pero que
no esté fría. Me pone un vaso de agua del grifo y sin dudar me lo bebo de
golpe. Ella se extraña, creo que se da cuenta de que estoy echa mierda y me
dice que sólo tiene para comer unos pastelitos de pistacho que hacen ellos.
Tengo el estómago cerrado, no me apetece, pero le digo con la mejor sonrisa que
puedo poner que perfecto, porque está siendo muy amable. ¿Mas agua?, me
pregunta, sí por favor. Me pone otro vaso de agua y me lo bebo de golpe, sin
pensar. Me saca el pastelito que miro de reojo con cierto repelús, mi estómago
extrañamente lo rechaza pero la amabilidad de la chica hace que intente poner
buena cara. El cocinero se pone a hablar con ella en francés, claro, y no
entiendo nada. Ella se pone a teclear el móvil y me enseña la pantalla. Es un
traductor. Pone que el cocinero, si quiero, me puede poner algo de embutido o
un wrap vegetariano. Levanto la vista y le pregunto, extrañada, a ver si están
cerrados o abiertos. Me contesta con mucha amabilidad que están cerrados pero
que abren para mi. Se me abre el cielo. Sonrío. No me he dado cuenta que es
justo lo que quiero. No le hago reverencias en modo japonés no sé ni por qué.
Les miro a los dos, intento poner mi mejor cara, les doy las gracias mil veces
y en cuestión de cero coma tengo un wrap vegetariano delante de mi con agua,
mucha agua. Perfecto. Me quito la cazadora y estoy sudando mucho, pero mucho. Me
lavo las manos, me siento y me pongo a engullir en modo naúgrafa. Cuando voy
por la mitad del plato levanto la vista y me fijo en el sitio. Es muy muy
bonito!. Muy acogedor. Qué suerte he tenido!. Ellos dos siguen a los suyo
mientras voy notando cómo me vuelve el color al cuerpo y la sonrisa. Termino de
comer y me quedo un par de minutos mirando a la nada pensando cómo me he podido
equivocar tanto. Tenía que haberme parado antes. Cuando me noto ok, me levanto,
le sonrío, ¿qué te debo?, me enseña la pantalla, 9,60. Le dejo 15 euros, le doy
las gracias y le digo que me han ayudado mucho. Reitero las gracias y salgo por
la puerta pensando que hay esperanza para el ser humano. Me han visto muy
fastidiada, me han abierto las puertas de su casa y me han ayudado. ¿Qué
restaurante hace eso ahora?. Te dicen que está cerrado y punto. Me pongo la
cazadora, me monto en la moto y salgo con otro talante. El mundo vuelve a ser
maravilloso y vuelvo a estar feliz. Noto como la carga de batería de mi cuerpo
va subiendo, poco a poco y a la de 30-40 minutos después de haber comido estoy
perfecta. Sigo surcando carreteras, ahora sí, disfrutando. En una de estas
curvas que para variar está llena de gravillons y andas haciendo virguerías
para no caerte veo a un grupo de moteros ingleses mirándome sortear el tema
desde el arcén de la curva. Saludo, saludan y sigo. Voy de vuelta al Parador
por el mismo camino de ida. No hay problema. Es bonito, se está bien. Según voy
llegando a España noto que la moto me hace un ruido raro. Según pasan los kms
el sonido va a más y a más a tal punto que sé que tengo que pasar por un
taller. Intuyo que es la cadena o el kit de transmisión, pero no sé. No llevo
aceite de cadena así que según llego a Vielha me paso por Rodi Motors a
preguntar si tienen aceite y si alguien le puede echar un vistazo a la moto,
que estoy de viaje. Hace años este taller era de motos y ahora, para mi
sorpresa me indican que sólo es de coches y que nadie me puede ayudar. De
hecho, nadie sale siquiera a mirar la moto aún sabiendo que estoy de viaje. No
sé. Me faltó algo en ese taller, esas ganas de ayudar al viajero, al que está
fuera y tiene un apuro. Cómo cambian las cosas. Me acerco a la gasolinera y me
dicen que no tienen aceite de moto. Me sorprendo. Este sitio tiene tradición de
moto. Voy a la otra gasolinera y me dicen lo mismo. Más aún, me dicen que no
conocen talleres de moto en el pueblo, que antes había pero que ya no. En
serio?, pero qué ha pasado aquí?. Decido ir al Parador a pensar qué hacer.
Estoy cansada y me quiero duchar.
Cuando llego al parking, que es
exterior, veo a un motero inglés haciendo algo en su moto con unas correas. Me
acerco y con mi inglés desgastado y olvidado le pregunto por favor a ver si
tiene aceite para la cadena. Según digo eso le indico con la mano su cadena,
para que me entienda bien y veo que lleva Cardan. En serio?, o sea, en serio?,
qué más?, jaja. Me mira, sonríe, me indica que él no pero que seguro que alguno
de sus amigos tiene, a lo que aparecen por ahí, vaso cerveza y otros licores en
mano, unos cuantos ingleses. Hablan entre ellos (me cuesta entender el inglés
que hablan) mientras mi mirada va de uno a otro y me dicen que sí, que sin
problema me ayudan. Uno me mira la cadena y me dice que esta muy tensada, que
así no puedo ir a ningún lado. Miro y efectivamente, está como una piedra. Ui.
Otro me dice que no me preocupe, que me vaya a duchar, que les busque en el bar
y que esté tranquila que me ayudan. Son gente de ya cierta edad. Alguno diría
yo que ronda los 70 años. Subo a la habitación y hago cuatro llamadas para
comentar el tema y pedir opiniones. A Rafa, a mi taller, a honda Pamplona
(donde compré la moto y me tratan siempre, sin duda, con mucho cariño y
profesionalidad) y al único taller de motos que veo en la zona, que está a 20
kms del pueblo (el cual es muy amable y poniendo todo de su parte, cosa que
agradezco dadas mis circunstancias). Todos los talleres me comentan lo mismo,
que así no puedo rodar y que si esa cadena está como comento, hay que destensar
sí o sí. Todos amables y con ganas de ayudar. Me ducho, bajo al bar y
efectivamente, ahí están los ocho moteros ingleses, vaso en mano charlando
animadamente. Según me ven, se levantan tres y me dicen que let´s go. Vamos
fuera, miran de nuevo la moto y tengo la suerte que uno de ellos tiene otra
Honda con el mismo sistema monobrazo que yo, y que además, sabe de motos. Ni me
lo creo. Se pone guantes de mecánico (detalle que me hace ganar confianza),
otro le ayuda, pim pam, problema solucionado. Me lubrican la cadena y me
comentan que me de una vuelta para probarla. Lo hago, ya no hay ruido y la moto
va perfecta. El mundo vuelve a brillar. Les indico que muchas gracias, todo en
inglés, su español es muy limitado y me llevan al bar. Bajo con idea de
invitarles y son ellos quien me invitan a mi. Muy majos. Les digo que así no va
el tema, que me han ayudado y que me gustaría pagarles una ronda a lo que
dicen, sonriendo, que ni de palo. Juas. Hablando (o más bien desempolvando mi
ingles) con ellos, me dicen que bajarán al pueblo a cenar, que es un peñazo
porque está a tres kms, pero que pasan de cenar en el Parador, a lo que les
indico que esta mañana he mirado un sitio aquí al lado, a un 10 minutos andando,
donde he visto un sitio donde cenar. ¿Nos podrías reservar mesa?. Por supuesto.
Llamo, mesa para 8 por favor, y que sí, que perfecto. Genial. Me piden si les
puedo acompañar al sitio sobre las 20:00 y les digo que por supuesto. Subo a la
habitación, le pongo al día a Rafa de todo esto, ya más aliviada, y a las 20:00
estoy en el bar. Les acompaño andando al sitio. Al llegar veo a las tres mismas
personas con el perro que había visto a la mañana, sentados en la misma mesa
jugando a las cartas. Nos saludamos ya con cierta confianza, cruzamos alguna
frase y entramos al sitio. Hablo con el dueño, les dejo en una mesa del
restaurante y me vuelvo al Parador. Me preguntan si me quedo con ellos a cenar
y les digo que no, que gracias, pero que es algo pronto para mi. Nos despedimos
con gracias gracias mil gracias. Vuelvo al Parador, hago esto lo otro y lo de
más allá y para las 21:45 estoy de nuevo el sitio dispuesta a cenar. Cuál es mi
sorpresa que los ingleses siguen cenando y bebiendo. Digo esto último porque
cuando me ven me indican que me siente con ellos y veo el ambiente que llevan.
Están todos muy majos y chisposos. Sale el camarero para preguntarles qué
quieren de postre a lo que ellos responden que “more wine please”. Llevan un
ambiente sano y divertido. Uno de ellos, con el que más hablo, me dice que me
quede a cenar con ellos, así que me pido pollo a la brasa (que está tremendo) y
ceno con ellos. A través de mi pésimo inglés logró entender la mitad de lo que
me dicen, pero sin duda entiendo que llevan como 30 años rodando juntos y me
doy cuenta de que son los típicos moteros de toda la vida, de los que si
necesitas ayuda te ayudan sin dudar, de los que les encanta rodar y pasarlo
bien, de esos que llevan el buen ambiente a cuestas y todo eso lo agradezco a
mares. Por lo que se ve van de Paradores. Del de Vielha van al de Olite y de
ahí a Picos de Europa. Con el que hablo me cuenta cosas de su vida, como por
ejemplo que su padre luchó en la Segunda Guerra Mundial. Me sorprendo. Really?.
Yesss. Le digo que gracias a esa gente aquí no hablamos alemán ni vamos con el
brazo alzado cosa que me alegra mucho. Hablamos hablamos hablamos, donde me
entero que esos moteros ingleses que saludé en la curva con gravillons eran
ellos, que me habían reconocido en el
Parador. Me siento a gusto con esta gente. Siguen con su “more wine” para al final,
por fin, pedir postre. Terminamos de cenar, me invitan (por Dios, me ayudan, me
invitan, me hacen compañía, qué más?) y vamos juntos al Parador en una
agradable noche. Qué bonito cuando las cosas salen bien, verdad?. Nos
despedimos y cada uno a su habitación. Como siempre, escribo algo, hablo con
Rafa y pienso mucho en este día. Ha sido tremendo. Anda, vamos a dormir.

Dia 5. Vielha – Usurbil
Duermo bastante bien, tónica de
este viaje gracias, supongo, a los sitios agradables donde estoy durmiendo. Bajo
a desayunar y veo a los ingleses en su mesa. Me acerco, good morning, good
morning, sonrisas y voy a mi mesa. Me zampo, para variar, un muy buen desayuno.
Me encanta esto de los Paradores, qué fácil es acostumbrase a lo bueno!. Como
siempre, al terminar, salgo, miro la moto, me aireo y vuelvo a la habitación.
Recojo todo y hale, vamos a hacer kms que es a lo que he venido.
En el parking veo a los ingleses,
unos salen antes, otros después, y al final se queda el que me arregló la moto.
Un tío muy muy majo. Policeman me comentó. Me sonríe, se acerca, me pregunta
qué tal, hablamos un rato y me dice que a uno de ellos le gotea aceite de los
retenes de la horquilla. Que van a ir así hasta Olite y que allí buscarán
taller. Le comento que ayer hablé con un taller que está cerca, se interesa
para al final decirme que no me preocupe, que salen en breve. Oki. Nos
despedimos con muchas sonrisas y buenos deseos. Al salir del parking giro la
cabeza y veo que me sigue con una sonrisa en la cara. Levanto la mano a modo de despedida, él también, y
salgo. Por Dios, qué gustazo de gente. Qué bien y protegida me he sentido junto
a ellos.
Tengo dudas con la moto, a ver si
las buenas sensaciones que tuve ayer con ella se mantienen en el día o por el
contrario va a hacer ruidos raros. Tengo dos opciones. O volver por España,
ruta muy conocida y con mucho calor, o volver por Francia, ruta también
conocida pero muuucho mas bonita y quiero pensar que temperaturas más templadas.
De quedarme tirada prefiero que sea en Spain, pero bah, a la mierda, tiro por
Francia que es realmente lo que me apetece.
Hago la típica ruta de los
Pirineos. Salgo por el Portillón y hago el Col de Peyresourde. La moto va
genial. Perfecta. Gracias ingleses!. Sigo por Arreau, hago el Col de Aspin y el
Torumalet, éste último con algo de niebla abajo pero arriba todo despejado con
esas vistas que te hacen estar con la boca abierta. Hay muchos ciclistas, que
va a ser la tónica del día de hoy. Ciclistas por todas partes. Además, no hay
que olvidar que en pocos días empieza el Tour de Francia y la gente se emociona.
Escribo esta crónica ya sabiendo cómo termina la carrera, y decir que yo soy de
Vingegaard, que ha hecho un carrerón, que es mi desnutrido favorito y me parece
un auténtico campéon!
Sigo ruta y la txapela de nubes
que acompaña desde empezar Francia ahí sigue. La parte buena es que hace que la
temperatura sea perfecta y la mala es que en ciertos sitios crea una niebla que
hace que las vistas no sean completas. No pasa nada. Como diría el compañero de
Indiana Jones “sígueme, conozco el camino!”. Mis puertos favoritos de esta zona
son el Col de Soulor que se junta con el Col d´Aubisque así que según me voy
acercando noto la ilusión de volverlo a hacer una vez más (¿cuántas van ya
Rafa?, doce veces? A saber, no me canso de hacer el Pirineo Francés). Ese
cresteo que une los dos Col´s es tremendo. Tengo ganas de verlo, pero al ir
llegando veo que hay un cartel que indica que el Col de Soulor está cortado y
nos desvían por el Col de Spandelles. Vaya, qué pena. No pasa nada, así conozco
otro Col nuevo. Empieza el puerto con una carretera de un solo carril donde
solo entra un coche y de repente la niebla me engulle. Así, sin avisar, zas. No
veo un carajo. Todos los ciclistas y moteros que llevo viendo hasta este
momento desaparecen por arte de magia. La temperatura baja y realmente no veo
nada. Como mucho a dos metros. Avanzo avanzo avanzo. Ya no es que no vea nada
ni a nadie, sino que tampoco oigo nada. Silencio. Y me disipo. ¿Cómo era
aquella película que se quedaban varados en un buque militar, entre la niebla,
metidos en una especie de agujero negro y viajan en el tiempo?. Pues me siento
igual. Sigo haciendo kms sin pensar en nada y sin ver absolutamente nada.
Nothing de nothing. Qué pena no?, ya que voy por sitio nuevo quiero ver. Sigo
subiendo, subo subo subo subo sin ver nada y a uno por hora. Y de repente,
empiezo a bajar. Mejor porque para ir así mejor bajar. Me cruzo con una moto,
por fin, ya que por un momento pienso que me he podido equivocar de camino
mientras mi cabeza vagaba por el infinito. De repente me pongo otra vez a
subir. Como no sé por dónde voy no tengo ni idea de a dónde me dirijo y por
fin, veo la cima del Col de Soulor. Anda! Si estoy aquí!, genial. Sigo sin
vistas, ya que la niebla insiste pero por lo menos es sitio conocido. La
carretera, extrañamente, está despejada de niebla, pero no veo más que eso. A
medida que avanzo hay más niebla y más frío. Jo. Empiezo a notar cómo el frío
va entrando en mi cuerpo pero por lo menos veo que ya estoy bajando. Genial. Al
llegar abajo sigue la niebla, no tanta, pero ahí está, y el frío. Pienso que me
queda el Portalet y pienso en el frío que voy a pasar. Arg. Para mi sorpresa,
según veo el cartel del empiece de subida al puerto, tachán!, se despeja y todo
me vuelve a sonreír!. Buen tiempo, curvas, motos, ciclistas. Por Dios, dónde
estaba toda esta gente?, Genial. La gordita también se alegra y sube su
velocidad. Disfrutamos. EL Portalet está muy muy bonito, como nunca!. Cómo se
nota que entro en España. Sonrisas y buen tiempo!, jeje, Paso a España y la
estación de esquí de Formigal donde paro a repostar en la gasolinera de toda la
vida que sé que tienen sitio para comer algo. Pido un pincho de tortilla, un
agua y salgo a la terraza. El sol me calienta el cuerpo. Qué gusto. El cielo
está azul y me siento pletórica. El viaje llega a su fin y me siento bien. Pienso
en estos días. Sonrío. Me siento fuerte. 5 días haciendo kms a
mi ritmo, pasando historias y conociendo gente. Qué bien todo!
Bajo a Jaca, donde el calor ya
aprieta y de ahí en línea recta a Pamplona. Apufs, hace calor, bastante calor.
Al llegar a Pamplona y pasar las dos Hermanas, como es habitual, el tiempo se
enrarece. Voy a entrar a Gipuzkoa y es su consabida bienvenida. Según me acerco,
llovizna, y frío, síntoma inequívoco de que estoy cerca de casa, jaja.
Unos pocos kms más y llego a
Usurbil. En casa ya. Me ducho y al acordarme de los ingleses llamo al Parador de Olite. Me gustaría poder
devolver el buen trato que me dieron. Esta mañana me he quedado algo preocupada
con eso de que a uno le goteaba aceite de la horquilla. Le comento a la mujer
que me atiende que tiene hospedados a ocho moteros ingleses. Le cuento por
encima la historia de cómo me ayudaron y que a ver si por favor les puede dar
mi número de teléfono y decirles que si tienen algún problema que me llamen,
que estaré encantada de ayudar. Al colgar me siento mejor, porque así deberían de funcionar las cosas, ayudándonos unos a otros y procurando hacer de este
mundo un mundo mejor.
Por mi parte, el viaje a
terminado pero tengo mucha ilusión porque mañana iré a buscar a mi compañero de
piso. El pequeño Tao. El mejor.
Conclusiones:
5 días de moto con unos 2000 kms de muchas, muchas, muchas curvas. El viaje era otro, con otra moto, otro recorrido y en compañía, para al final salir un viaje en solitario y con la CB1000R. He tenido mucha conversación interior. Como nunca. Blablablabla en mi cabeza. Me ha sentado bien. Creo que en parte lo necesitaba y he visto que soy capaz de viajar sola disfrutando. Porque una cosa es viajar sola y otra viajar sola y disfrutando. Me siento bien, con ganas. He visto que no me ha pasado como hace años, que hice algún viaje en solitario y no estaba cómoda del todo. En este viaje me he sentido cómoda y me he divertido mucho con la moto. Me he dado cuenta de que puedo viajar sola y pasarlo bien. ¿Prefiero la compañía?. A día de hoy sí, es a lo que estoy acostumbrada y me encanta tener con quién hablar, pero no descarto hacer algún que otro viaje en solitario. Las cosas se viven de otra forma. No tiene nada que ver. Habrá que volver a probar, no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario