Viaje a los Alpes -
Junio Julio 2017
El año pasado cuando terminamos
de hacer los Alpes Franceses Rafa comentó que le gustaría ir a los Dolomitas y
ahí se quedó la cosa. El caso es que este año teníamos dos semanas de
vacaciones seguidas y andábamos comentado qué podíamos hacer cuando volvió a
comentar la idea de los Dolomitas. Por mi parte me faltó tiempo para decirle
que perfecto, que por mi encantada! :-).
Y nada, allí fuimos, pero por supuesto no sin antes pasar por el famoso Stelvio, los típicos
puertos Suizos, pasar a Austria y bueno, por resumir,
intentar subir y bajar todo lo que se nos ponía delante.
Os escribo esta crónica tras casi 5.500 kms de ruta en dos semanas :-)
Motos: KTM SMT 990 (la de Rafa ) y Honda CB1000R (la mía)
Primer día -
24/06/17 - 531 kms
San Sebastián – Les
Pereres
Salimos el primer día con la
ilusión del viaje. Personalmente no las tenía todas conmigo, ya que no le veía
a Rafa con la misma ilusión que yo. Le daba mucha pereza el tema del
acercamiento, el tema de llegar hasta allí. Sea como sea, ahí que fuimos.
Salimos de San Sebastián hacia Les
Pereres, que es un pueblecito que está a unos 5 kms de Puigcerdá. Esta vez no
pernoctamos donde siempre ya que cuando llamamos estaba lleno por algún tema
deportivo.
El caso es que fue un día con
tramos de bastante calor. Hay que pensar que por mi parte voy con ropa de
invierno sin los térmicos (ya que en los Alpes las temperaturas no tienen nada
que ver con las de aquí) y Rafa con pantalón de verano y cazadora de casi-invierno.
En el puerto del Cantó nos
hicieron control de alcoholemia. Por lo menos al estar arriba del puerto no
hacía calor y se estaba bien. Menos mal.
La nota negativa fue que pasando
el Pantano de Yesa había habido un accidente de tráfico. Había involucrados una
moto y un coche. Pensamos que en una curva de derechas la moto se salió de la
calzada y chocó contra el coche que venía de frente. No sabemos si realmente
ocurrió así. Lo que vimos fue la moto en la cuneta bastante tocada (no sabría decir
qué moto era) y el motero en el suelo, tumbado, con la manta de accidentes
tapándole entero. Había fallecido. El casco estaba en el suelo, supongo que se
lo habrían quitado. Al lado del coche, que tenía todo el frontal hundido, había
dos personas con un paragüas abierto para taparse del sol. Era evidente que
eran los del coche. Estaban quietos, sin hacer nada, como petrificados. Supongo
que estarían en estado de shock. Había dos moteros de la Guardia Civil, que
habían colocado los conos y estaban controlando el tráfico, ya que había un
carril cortado. Aún no había llegado la ambulancia (nos cruzamos con ella un
poco más adelante). El accidente no había pasado hacía mucho.
La verdad que nos impactó
muchísimo. A través del intercomunicador Rafa iba diciendo algo. No sé si le
entendí o no, creo que mi cerebro se bloqueó porque sólo oía su voz en forma de
murmullo. Por mi parte al pasar por delante del cuerpo fallecido me santigüé.
Acto seguido me entró flojera de piernas y se me cayeron las lágrimas.
Cuando llegamos al hotel Rafa
miró en internet y ponía que había habido un accidente de moto con un
fallecido. Al día siguiente daban más datos de él.
Comentamos de tener presente al
motero durante el viaje, y así fue, brindamos de vez en cuando por él y a la vuelta
pasamos por el mismo sitio y le recordamos. Descanse en paz.
Dormimos en “Les Pereres”, a un
km de Queixans en “Can Pascual”. 70 € con desayuno y parking propio pero
abierto.
Segundo día
25/06/17 – 571 kms
Les Pereres –
Grenoble
Ruta de tránsito. Casi todo por
autopista. Zonas de mucho calor. Los Routiers de la autopista una gozada.
Dormimos en “Les Trois Roses”.
106 € con desayuno + parking (privado pero abierto). Cama enorme. En la
habitación hacía calor.
Tercer día
26/06/17 – 413,20 kms
Salimos pronto, poco antes de las
9 para adelantarnos al calor. Autopista hacía Albertville y luego nacional
hasta Martigny pasando por Chamonix. A gusto. A partir de Martigny calor. 35
grados. Hay una recta enorme, ya en Suiza, de no sé cuántos kms que va desde
Martigny à
Sion à
Brig que casi nos da algo, jeje. Mucho calor.
Comemos a unos 30 kms de Brig.
Una ensalada que nos cobran un pastón, y encima con agua con gas. Puag. Qué le
vamos a hacer. Suiza.
Una vez pasamos Brig algo mejor.
La anécdota es que estando por esta zona, con ese calor, había un poco de
tráfico y pasamos a un grupo de cuatro moteros con matrículas españolas. El
caso es que seguimos ruta cuando veo que uno de ellos se me pone a la par y me
pregunta de dónde soy, porque ha visto el portamatrículas de mi moto (Honda
Pamplona) y que ellos son de Alsasua. “No jodas!, qué casualidad”. Hablas lo
poco que puedes de moto a moto, echas unas risas que vinieron bien para
quitarnos ese calor de encima y te despides. Fue como un soplo de aire fresco
ante tanto calor :-)
Seguimos ruta y hacemos el
Nufenenpass y el San Gottardo. El San Gottardo tiene dos subidas. Hemos hecho
las dos. Subimos por una especie de autovía con unas vistas realmente
espectaculares. Al llegar casi arriba, donde vimos buenas vistas paramos a
hacer unas fotillos. Al lado nuestro había una moto, y un poco apartado el motero
sentado en el suelo, mirando el paisaje, fumando en pipa. Era la típica estampa
del aventurero. Nos señala una carretera estrecha y serpenteante que sube por
otro lado y nos explica en inglés que es una carretera muy antigua. Rafa y yo
ya lo habíamos leído y andábamos buscándola, porque no habíamos visto el desvío
al subir, así que ni cortos ni perezosos terminamos de subir el puerto y
bajamos por esa carretera. Es estrecha y adoquinada. Como dijo el motero, muy
antigua. Cuando llegamos abajo la volvimos a subir. Hicimos las dos para
probarlas pero me ha parecido mucho más espectacular la especie de autovía. La
adoquinada tiene su aquel, tienes la sensación de que debes de hacerla, y la
haces, pero donde hay unas vistas maravillosas mientras subes es en la
“rápida”.
Casualidades de la vida arriba
nos encontramos de nuevo con los moteros de Alsasua, así que sacamos las fotos
de rigor y nos acercamos a saludar. Intercambiamos impresiones y comentan que
tienen idea de ir para Alemania. Ahí mismo hay como una especie de chiringuito
y Rafa comenta que va a comprar un botellín de agua. Les pregunta a ver si
admitirán euros. Uno de los de Alsasua le dice que sin problema, que el tío de
detrás de la barra es catalán, juas!, así que allí anduvimos, echando unas risas
todos, incluido el catalán, el cual le hizo el botellín más barato, que ahí
cuestan una pasta!
Paramos a dormir en Wassen, que
es un pueblecito donde está el cruce para empezar con esa especie de círculo de
puertos suizos. Nada más parar nos pasan los de Alsasua! Otra casualidad!.
Espero que hayan tenido un buen viaje!
Mientras estoy preguntando el precio de la habitación se pone
a llover, qué suerte!. El hotel de Wassen es muy acogedor, como familiar y el
hombre (joven) que nos atiende majísimo. Nos cuenta que él tiene una Harley y
que en su día cogió un mes de vacaciones para ir hasta Galicia y vuelta
haciendo ruta. Un tío de muy buen rollo!
El hotel cuesta 120 € con
desayuno. Las motos duermen delante de nuestra ventana. A la noche llueve y
llueve..
Cuarto día –
27/06/17 – 370 kms
Ayer la predicción del tiempo
para hoy no era muy alentadora pero para nuestra suerte había escampado. Desayunamos
y salimos pronto con las motos.
Toca día de puertos. Hemos pasado
de cocernos a 35 grados a estar a 12 gradetes. Hacemos los puertos de rigor, es
decir, Sustenpass, Grimselpass (increíble!), Furkapass (increíble) y el
Oberalpass. El Grimsel y Furka como digo son increíbles. Las vistas son
tremendas. Ves claramente cómo un puerto enlaza directamente con el otro.
Subes, bajas, y vuelves a subir para volver a bajar. Tremendo. Merece la pena
el viaje sólo por hacerlos. De ahí vamos a Chur, pasamos por el Val d´Alura
(muy bonito) y el Albulapass, tremendo también. Seguimos por Pontresina y
hacemos el Passo de Bernina, Forcola de
Livigno, Passo de d´Eira y el Passo Foscagno. Estos dos últimos lloviendo.
Entre esos puertos pasas tres aduanas. Entiendo que entras y sales del país en
cada puerto. No lo digo con seguridad pero si no a qué viene tanta frontera? no
sé, el caso es que había una aduana cada pocos kms haciendo un total de tres.
Vamos a Bormio para ver si encontramos algún sitio donde dormir, y en el primer
sitio que vemos, un hotel con pinta de “qué ostia te voy a dar”, nos dicen que
está lleno, ni me acuerdo qué precio astronómico me dijo y al preguntarle por
otro hotel nos manda a uno que por internet ponía en oferta como 200 y pico
euros. Ya claro, ahora vamos, volando. Como llegando a Bormio habíamos visto
algún sitio bonito en pueblitos, retrocedimos como 6-7 kms y allá que fuimos.
A las afueras de Isolaccia, un
pueblito, nos paramos a preguntar en un sitio muy chulo, pequeño pero muy
cuidado. Eran todo mujeres jóvenes. Me dijo que casualidad había un evento
deportivo y que para hoy no tenían alojamiento (sí para mañana). Le comento que
estamos de ruta, cansados, con lluvia, y ella misma se presta a encontrarme
otro. La verdad que da gusto, qué amabilidad! Y lo hizo. Nos encontró un sitio
donde dormir. Nos mandó al centro de Isolaccia donde por 80 euros con desayuno
y motos dentro de un garaje cerrado, dormimos en un apartamento con su salón,
cocina, baño y habitación. Todo nuevo. Genial.
Quinto día –
28/06/17
Día de descanso en Isolaccia.
Andábamos pensando en hacer un día de descanso en un sitio tranquilo y fue el
tiempo quien decidió por nosotros. Nos levantamos pronto para hacer el Stelvio
y al mirar por la ventana no es que lloviese, es que era una cortina de agua
con tormentón incluido. Ya pasará. Vamos a desayunar, que nos tomamos nuestro
tiempo, y al salir seguía lloviendo y la tormenta ahí estaba!. Vamos al
apartamento y hacemos algo de tiempo a ver si amaina, ya que ir por puertos de
más de 2000 metros, lloviendo, niebla y tormenta incluida no nos parece lo más
apropiado. Al cabo de un par de horas sigue igual, lloviendo y con tormenta.
Era como si enlazara tormenta con tormenta. Le preguntamos a la del hotel si
nos podemos quedar una noche más. Nos dice que sin problema así que aprovechamos
para descansar, tomar una de las mejores pizzas que he comido en un mi vida
(recomendado por la chica que trabaja en el puesto de información del pueblo)
leer, escuchar música, calentitos, mientras fuera sigue lloviendo y lloviendo.
Qué bien se está en un sitio calentito cuando hace temporal!
Pizzas!! :-)
Sexto día – 29/06/17
– 348 kms
Nos despertamos y vemos que la
tormenta ha pasado, así que desayunamos y al lío!, Brum, brum!.
Día de puertos!. Nada más salir
el Stelvio. Muy bien!. Estaba convencida de que me iba a fallar. Tanto había
oído de él y todo el mundo lo ponía por las nubes que pensaba que me
decepcionaría. Todo lo contrario. Tiene unas vistas tremendas y tornantis a
punta pala. 7 grados de temperatura, se nota la altura. No es un puerto para
correr, es para disfrutar de la subida, poco a poco de esas vistas que te va
mostrando. Nos tocó un día nubladete pero arriba se veía todo. Un lujo. De ahí
pasamos a Austria y pasamos el día por sus carreteras. Austria nos ha encantado!
Todo muy idílico. Buenas carreteras, bonito paisaje.
Bajamos por la carretera de
Solden. Comimos en un sitio muy peculiar. De madera, muy bonito y Rafa se pidió
un plato tradicional con patatas, carne, huevo y una mini-ensalada. Qué buena
pinta y qué bien olía!
Bajando pasamos la frontera con
Italia por el Passo di Rombo. Me encantó. Arriba hay un museo de la moto con
muy buena pinta. No sabíamos que arriba del puerto había todo ese tinglado,
pero si hubiésemos ido con más tiempo seguro que hubiésemos entrado. Es una
pasada, pasas de subir por una carretera normal a que, arriba, se ensanche,
aparezca ese edificio y pongan una cabina de pago!. Sabíamos que la frontera
andada por ahí y pensamos que era eso, pero no!, como digo era una cabina de
pago! Ja!. Me acerco con la moto y me dice que son 14 euros por moto. No
entiendo. No hemos venido por autopista, todo lo contrario, por carretera de
montaña y nos encontramos un paso de pago ahí?, mi no comprende, así que con la
sonrisa puesta le pregunto por qué hay que pagar ahí, a ver qué tiene de
especial, y me dice literalmente “Private Road”, y ya está! Esa es la
explicación, jaja, así que nada, pagas y sigues ruta. Fue una anécdota pero me
llamó la atención.
El puerto muy chulo. Pasas la
frontera y entras en Italia. Haces como una especie de “ese” en el mapa,
pasamos por el Passo di Giovo y el Passo di Pennes (sí, ese es su nombre), y
como no podía ser de otra forma paramos a sacarnos una foto con el susodicho
cartel (lo sé, somos como niños). Y fueron dos minutos. Lo que tardé en bajarme
de la moto, ponerme bajo el cartel para que Rafa me saque la foto, notar cómo
la niebla nos empieza a engullir, decirle a Rafa que se ponga él, y mientras
estoy apuntando con la cámara notar (oir) cómo pequeños balinazos dan en mi
traje de agua, zas zas zas zas, un viento de cortar el hipo nos azota sin
tregua. Casi no veo el cartel del Passo por la niebla!. Fue todo en un
momento!. Saco la foto como puedo, nos montamos en la moto. El tiempo se ha
puesto muy serio, estás a más de 2000 metros de altura y no ves un carajo con un
viento que te mueve la moto. Ahí no hay ni Dios, así que vas bajando poco a
poco, agarrando bien el manillar y pensando, “poco a poco, sshh, poco a poco,
vamos..”. Y bajas, y bajas, poco a poco. Hablamos por el intercomunicador para
parar a dormir en algún sitio, ya que es buena hora, así que cuando vas bajando
y el tiempo debido a la bajada de altura se va calmando, veo un hotel muy
bonito, de madera, muy cuco. Paramos, estoy empapada. Bajo de la moto a preguntar.
Toco la puerta y me sale un anciano de no sé qué edad. Bastante mayor, con una
cara alemán de película nazi que alucinas. Le pregunto si sabe inglés. No.
Español. No. Le hago el gesto de dormir y me dice con aspavientos de las manos
como indicándome que me fuera, “niente, niente!” (o algo así, no le entendía).
Ahí va Dios. Pienso que no me ha entendido bien así que le hago el gesto de
dormir con igual fortuna, así que nada, nos montamos en las motos y seguimos.
Sigue lloviendo, se te empieza a meter la humedad dentro y empiezo a tener
sensación de frío. Entramos en un pueblo y veo “Zimmer” (habitación en alemán)
y ahí que vamos. Resulta que las indicaciones nos llevan a las afueras del
pueblo, cruzando un puentecito de madera a un hotel parecido al de la peli de
“El resplandor” sólo que más pequeño. Está oscuro debido al mal tiempo, y
llueve y llueve, así que paro la moto y voy a preguntar. Entro, calada, con el
casco puesto, y veo a la de recepción hablando por teléfono en alemán.
“Alemán?”, pienso. Bueno, será por la cercanía con Austria. Tarda un buen rato
en colgar y de mientras casi ni me mira. Espero. Termina y se va por una puerta
sin decirme nada. Al cabo de un momento aparece detrás de recepción. Me mira y
le digo: ¿Inglés?. No. (Empezamos bien). ¿Francés?. No. (Genial). ¿Español?.
No. (Cojonudo oyes). A la desesperada, ¿Italiano?. Tampoco. (En fín..). Me dice
que sólo habla alemán. Es seca. De hecho, parece alemana (no italiana),
emparentada con el abuelo del hotel de arriba por su sequedad y cuadratura. Sorprendida
le señalo al suelo y le pregunto, ¿Italia, no?, y me dice “Yah”. Joder. Esto no
me lo esperaba. Boli y papel en mano me dice el precio, 80 € con desayuno. Le
indico que ok y le digo a Rafa que entre. Entre gestos y escritura me dice que
se cena a las 19:00. Qué dices. Al final logramos estirar la cena a las 20:00 y
subimos a la habitación. Le comento a Rafa el tema del idioma y mirando en
internet resulta que en esa zona hablan alemán (uh), muy poquito italiano y
ladino, que es un idioma local. Pues vale.
Nos duchamos y bajamos a cenar.
La carta en alemán. Uh. Nada de doble traducción alemán-italiano. No. Alemán.
Así que Rafa saca el móvil, internet (gracias roaming), diccionario online y
poco a poco vas desglosando el menú. Al final ella se acerca y amablemente nos
ayuda a pedir, sin saber muy bien qué pedíamos, pero bueno, hacíamos todos lo
que podíamos, jeje. Ya no parecía tan seca como antes y al final hasta resultó
ser una persona amable. El hombre que atendía el bar también era amable, pero
es esa amabilidad estirada. Te ayudan, te tal, te cual, todo ok, pero es una
amabilidad fría, no sé si me explico. La cena bien y como digo resultó que a su
manera eran gente amable.
Nos empezamos a fijar en el resto
de mesas y había 4 familias más. Todo Dios hablaba alemán, y la tele estaba en
alemán. Joooder. Mi cabeza sigue sin cuadrarlo. Estamos en Italia pero nadie, o
sea, nadie, habla otro idioma más que el alemán.
Nos metemos a dormir y a eso de
las 2 de la mañana nos despierta algo. Joder. La alarma del candado de mi moto.
Las motos duermen en la calle, delante del hotel, y está diluviando, fuerte,
sin respiro. Sé que la alarma del candado es algo sensible así que no lo dudo y
le digo a Rafa que voy a bajar. Me dice que ya baja él y le contesto que es MI
alarma, que estoy segura que es la de mi moto, así que es cosa mía, que me
puede mirar desde la terraza (primer piso) por si acaso qué sé yo qué. Me pongo
el traje de agua y las zapatillas de deporte y Rafa me ofrece su linterna.
Pienso que no me va a hacer falta pero por si acaso la cojo. Menos mal. Salgo
al pasillo, está todo oscuro y no veo el interruptor de la luz así que enciendo
la linterna. Si en ese momento me aparecen las niñas de la película de “El
resplandor” con su triciclo no me hubiese sorprendido. Bajo las escaleras
envuelta en oscuridad y en un silencio sepulcral. No veo nada. La puerta de
abajo está cerrada con llave pero tiene las llaves puestas. La abro y le llamo
a Rafa en susurros, “Rafa, shh, Rafa”, pero éste no me oye. No me quiero quedar
en la calle sin poder entrar. Salgo fuera. Diluvia. Sólo tengo la lluvia y el
haz de luz como compañeros. Me estiro el traje de agua y me tapo la cabeza. Voy
lo más rápido que puedo en dirección a la moto. Oigo chapotear mis pies en el agua
y el haz de luz me ilumina lo justo. Noto y veo la lluvia. Quito la alarma y de
paso miro cuántos kms hicimos el día anterior de forma rápida, contacto on,
contacto off, ti-ta. De repente me pasa un pensamiento fugaz por la mente. ¿Y
si alguien ha hecho saltar la alarma para que salga a la calle?. Esto es de
película de miedo total, joder. Quito la llave, pongo el candado sin la alarma,
y voy hacia la puerta del hotel. La abro y subo las escaleras. En ese momento
me doy cuenta de lo tétrico de la situación, pero ya está, estoy salvada. He
llegado a la habitación y estoy dentro con Rafa. Bufs. A veces es mejor hacer
las cosas sin pensar! Rafa me comenta que desde la terraza la visión era
realmente siniestra!, bufss..a dormir! :-)
Séptimo día
30/06/17 – 281kms
Como siempre desayunamos y
salimos. Al ir a enganchar el baúl en la moto me doy cuenta de que el cierre va
como forzado. Al final logramos cerrarlo. Salimos dirección Wagen à Waidbruck. La
carretera es chula, agradable. En algún tramo se hace un carril donde se
viniese alguien de frente no entraríamos, pero el asfalto es bueno. Seguimos y
empezamos los Dolomitas por el Val de Gardena hasta Ortisei. Paramos a repostar
y le pregunto al de la gasolinera (habla
inglés, gracias a Dios) por dónde es más bonito tirar, ya que tengo dos
opciones marcadas en mi mapa. Me comenta que por Castelrotto así que allá
vamos. No sé cómo sería la otra carretera pero esta es muy chula y el pueblo de
Castelrotto me parece una maravilla!. Seguimos por Tires à Passo de Nigra (muy
chulo) y salimos al Passo de Costalunga. De ahí hasta Canazei por el Passo de
Fedia hasta Sottoguda. Está claro que ya estamos en meollo Dolomitas porque no
paramos de enlazar un Passo con otro, y será así durante todos los Dolomitas.
Una gozada.
En Sottoguda paramos a tomar unas
pizzas (muy buenas). Subimos por Andraz y aquí hacemos un “8” en el mapa, es
decir, Passo di Falzarego à
Passo di Valparola (chulísimo) à
Passo di Campolongo à
Passo de Pordoi (chulísimo) à
Passo de Gardena (chulísimo). Bajamos para Arabba y paramos a dormir en un
sitio donde pone “Zimmer”. Salgo a preguntar si hay habitaciones y el precio,
ya que en los Dolomitas todo es caro. Se nota que es zona turística y a eso se
le une que hemos coincidido con el Maratón de los Dolomitas.
Bajo de la moto y a la señora de
la puerta le pregunto si hay sitios libres. Sí. ¿Cuánto cuesta?. Le entiendo
que me dice 50 euros en inglés. A veces te dan el precio de una sola persona a
pesar de ver que vas dos, así que le pregunto si 50 por persona (100 los dos).
Me dice que no, que 50 los dos. No termino de creerlo. Se lo repito hasta 5
veces en diferentes idiomas porque me parece increíble el precio. De hecho me
quito el casco para que nos podamos entender bien, ya que con el casco puesto
sólo se me ven los ojos. Al final entiendo que sí, que 50 y con desayuno
incluido. Alucino.
Entramos a la Zimmer y está bien.
Parece algo viejita pero está todo correcto. Perfecto.
Salimos a cenar a una pizzería
que nos ha dicho la de la casa. Llueve. Nos sentamos y resulta que la pareja de
al lado son españoles. Qué alegría poder hablar en español! Poder expresarte
con la claridad que quieres!. Hablando nos enteramos que él había ido a esa
zona a andar en bici. Estaba encantado. Luego iban para Milán. Nos comentan que
al día siguiente de pasar nosotros por el Stelvio nevó. Está claro que los
Alpes son los Alpes :-)
Octavo día
01/07/17 – 179 kms
Arabba à San Martín de Tor
Salimos de Arabba después de
calzarnos un desayuno buenísimo. Todo por 50 euros, no termino de creerlo y
cuando voy a pagar le enseño la tarjeta de crédito. Me mira como si tuviese la
peste. Me dice que no. La rechaza con cara de asco. Meto la mano al bolsillo y
saco un billete de 50 euros. Lo coge y se despide, a mi parecer, de forma seca.
Entiendo que no le ha sentado muy bien que quiera pagar con tarjeta. No sé.
Salimos y volvemos a subir el
Falzarego. De ahí a Cortina y haces el “redonchel” que sale en el mapa. Las
carreteras están muy bien y Misurina, con su lago, me encanta. Pasamos por el
Passo Tre Croci. Voy con el mapa delante y me lío un poco a la hora de salir
del susodicho redonchel. Parece imposible liarse pero mi sentido de la
orientación es realmente nulo. Es Rafa quien tiene que coger el mapa y decirme
que no, que es por aquí. Uh. Seguimos y vamos al Passo di Giau. Espectacular.
Llegamos arriba, 2236 metros según cartel, 2233 según mi mapa. Paro para grabar
un video y cuando me acerco a Rafa cámara en mano para que diga algo lo que
dice realmente me sorprende. Se ha quedado sin batería. Caput. Nada. Nothing de
nothing. Suerte que estamos arriba porque hay un restaurante y el tiempo, para
estar arriba del todo es bueno. Durante las 2 horas que esperamos a la grúa nos
da tiempo a comer en el restaurante un buen caldo de verdura y descansar un
rato. Cuando viene el de la grúa parece ser un hombre amable. Le explicamos la
situación gracias al medio inglés que sabemos los tres. Pone las pinzas y la
moto arranca dejando claro que es problema de la batería, pero está caput. Hay
que cambiarla. Es sábado al mediodía, es decir, hasta el lunes nada. Damos
vueltas a qué hacer, porque está claro que necesitamos un sitio donde dormir y
un taller donde poder dejar la moto. Él nos dice que en su taller nos la puede
cambiar el mismo lunes y la tendríamos sobre las 14:30 pero está el problema de
dormir ya que justo en esa zona, donde él tiene el taller, está la famosa
Maratón, no cabe un alfiler, y claro, Rafa tiene toda su ropa en su baúl.
Salimos con la grúa camino a su taller (sin saber bien qué hacer), que está en
un pueblo llamado “La Villa” (a 45 minutos de donde estábamos), en una de las
cúspides de el “8” que empezamos ayer. Yo voy detrás en mi moto y Rafa y la KTM
van con el de la grúa. Empieza a llover de verdad. Menos mal que me había
puesto el traje de agua ya que no tengo forma de comunicarme con ellos. Van
despacio, así que les sigo sin problemas. Pasamos delante de un hotel y se
paran. Entiendo que igual pernoctamos ahí, pero sin que Rafa se baje, veo que
el tío enciende de nuevo el motor y sale disparado y cuando digo disparado, me
refiero a “fiun” total. Derrapando. Uy. Qué ostias pasa. Meto acelerón, no muy
contundente ya que la carretera ya está empapada y la lluvia es lluvia de
verdad. La grúa va chirriando las ruedas en las curvas y derrapando. Les sigo
como puedo. Pasan al lado de unos ciclistas y no les dan de milagro, por
centímetros!. No entiendo qué pasa. Pasé de pensar que estaban haciendo el
tonto a no saber ya qué pasaba, pero estaba claro que algo pasaba. Después de
45 minutos llegamos al taller. Sigue lloviendo. Rafa se baja y le pregunto que
qué pasa y me dice que cuando llegaron al hotel de arriba Rafa le comento que
siguiese ya que ahí no nos íbamos a quedar y no le sentó muy bien al de la
grúa. Que a partir de ese momento no intercambiaron palabra y que el tío iba
conduciendo como un loco. Bipolar total. Doy fé.
El de la grúa se va y nos atiende
una mujer. Nos comenta que ha abierto el taller para meter la moto pero que
ella se va (cerrando el taller, claro, ahí no había nadie más). Le decimos que
espere un momento que tenemos que pensar cómo hacer las cosas, ya que no
tenemos alojamiento, ahí no hay, y no tenemos claro cómo transportar el baúl de
Rafa. Meditamos sobre taxi y diferentes variantes. Ella nos da alguna idea.
Parece maja y quiere colaborar, pero está claro (y así nos lo explica) que se
quiere – tiene – que ir. Al final le digo a Rafa que meta lo que vaya a
necesitar en sus maletas laterales y a ver si las puede llevar en la mano. Lo
intentará. Así que allí vamos, los dos en la gordita, él con una maleta en cada
mano sin poder agarrarse a nada y yo tirando dirección Austria para ver si
encontramos sitio donde dormir. Sigue, como no podía ser de otra forma,
lloviendo. Es difícil conducir así, por carreteras relativamente reviradas,
lloviendo e intentando ir lo más suave que puedes ya que eres consciente que la
persona de atrás no tiene cómo agarrarse. A unos 15-20 kms paro a repostar y le
pregunto al de la gasolinera si conoce algún hotel en la zona. Me dice que a
500 metros tirando monte arriba hay un pueblito que tiene algo de hotel y sino
a 5 kms más. Vamos al pueblo, San Martin de Tor, y no nos creemos la suerte que
tenemos. Hay sitio!, y no sólo eso, sino que a un precio asequible (100 euros
con desayuno y cena incluidos) y una habitación amplia, limpia y nueva!.
Perfecto J
Nos duchamos, damos una vuelta
por el pueblo, y nos vamos a la cama pensando qué hacer mañana. Si aprovechar
el día para descansar y pasear o salimos en moto los dos en la gordita para
seguir conociendo la zona.
El lago Misurina..
Noveno día –
02/07/17 – 305 kms
Nos levantamos y mientras
desayunamos vamos pensando qué nos apetece hacer. Hace buen tiempo. Arriba del
pueblo hay un museo. Sabemos que está cerrado pero vamos dando un paseo hasta
él. Está un poco más lejos de lo que parece subiendo una pendiente cañera y
mientras vamos para allí, nos pasan motos y bicis. Parece que la cabra tira
para el monte porque a una servidora se le empiezan a poner los dientes largos.
El museo, a pesar de estar cerrado, tiene muy buena pinta y desde esa altura se
ve todo el pueblo. Es chulo. Es un valle muy chulo.
Mientras bajamos decidimos sacar
la moto. Haríamos una ruta por esas carreteras que no tienes idea de pasar, ya
que cuando se va para los Dolomitas está claro que los extranjeros hacemos
todos rutas parecidas, vas por zonas conocidas para recorrer los puertos
típicos.
Sobre las 11 sacamos la moto mapa
en mano. Hacemos el Passo de Erbe y la Cima di Close. Ésta última tiene un
último tramo que hay que ir andando, así que damos la vuelta y seguimos. La
carretera es estrecha, buen asfalto y mejor tiempo. De ahí vamos a Brixen.
Sitio chulo. Por la nacional vamos a Brunico à
Dobbiaco y a 5 kms cogemos el desvío para el Passo di M. Croce. Comemos antes
de llegar al Passo en un sitio encantador y según Rafa con un tiramisú
buenísimo!. Hacemos el Val Padola, pasas por Cima Gogna, Tai di C y salimos al
Passo di Cibiana hasta Dont. Como no es la ruta típica de los Dolomitas vamos
casi sin tráfico cosa que se agradece. De ahí subimos por Pescul, Adraz,
Falzarego (cuarta vez que lo hago), Passo di Valparola, La Villa (donde está el
taller con la KTM) hasta San Martin de Tor.
La ruta es muy chula pero
cansada, ya que mi moto no está concebida precisamente para ir dos, pero como
digo, la cabra tira para el monte..
Décimo día –
03/17/2017 – 191 kms
Nos levantamos, desayunamos y
vagueamos hasta la hora de salir, ya que hasta las 15:00 no teníamos idea de
pasar por el taller. Sobre las 12:15 salimos para La Villa. Comemos en una
pizzería y nos damos cuenta de que los de al lado son españoles, de la Sierra
de Madrid, así que como no podía ser de otra forma entablamos conversación. Al
parecer ella iba con dorsal a la Maratón y él la hizo sin dorsal. Estaban
encantados con la zona. No es para menos. Si a alguien le gusta la montaña,
haciendo el deporte que quiera, ahí lo encuentra y en buenas condiciones
(siempre que la meteorología lo permita).
Hacia las 15:00 vamos por la
moto. Ya la tenían preparada. Íbamos esperando lo peor, ya sabes, una clavada
de escándalo, pero qué va. El trato muy bueno y el precio normal, así que
contentos salimos con la moto para seguir con la ruta establecida de los
Dolomitas. Menos mal que fuimos con algún día de más J
Volvemos a hacer Falzarego
(quinta vez!) à
Passo de Giau (esta vez sí, entero, jaja, y por cierto, espectacular) à Passo Duran à Agordo. Aquí paramos a
repostar y recolocarte la ropa, ya que empieza a hacer algo de calor. Cambio de
guantes y quitar algún térmico mañanero. Desde el Passo Duran hasta Agordo es
carretera estrechísima. Ocurrió algo curioso. Creo que fue en el Passo Duran
donde en la cima había un cartel donde ponía que no se permitía el paso por
obras hasta las 17:00 horas. Rafa me mira y me pregunta qué hora es. Coño, las
16:58, qué suerte!, así que ni parar. Nos dejaron pasar. Qué bien J
De Agordo a Predazzo me encantó.
Para repetir.
En el hotel nos cobraron 84 euros
con desayuno + parking y todo estaba lleno de corazoncitos. Estos italianos..
Undécimo día
04/07/17 – 413 kms
Hoy ha sido un día increíble.
Salimos de Predazzo. Nacional
chula pero con tramos de coches y algo de calor. Algún puertillo suelto. En un
tramo hemos puesto el GPS porque nos hemos liado y éste nos ha metido por unas
carreterillas interiores que no esperábamos. Chulísimas! Y unas vistas del
valle tremendas.
Hacemos el Passo de Tonale y de
seguido el Passo di Gavia. Bufs. Menuda pasada. No sé si decir que el más chulo
de todo el viaje!, no sé, no sé. El mapa me lo marcaba como un carril estrecho
y efectivamente, era estrecho, pero estrecho estrecho. De hecho nos cruzamos
con motos y entran dos justas!. Cuando te cruzabas con un coche ya era otro
cantar. Unas vistas que, guau, no tengo palabras. Sin quitamiedos, vamos, que
si te despistas te despeñas y no creo que haga falta mucho para despeñarte por
ahí. Tuvimos mucha suerte porque nos hizo un día increíble, pero la verdad que
si te toca niebla, o lluvia fuerte, no sé si es buena idea ir por ahí. Creo que
sería bastante peligroso!. Como digo el puerto me alucinó. Tremendo.
De ahí subimos el Stelvio (de
nuevo) porque queríamos ir dirección Suiza por el Passo Umbrail. Casi al llegar
a la cima está el desvío. Pone que entras en Suiza. Le comento a Rafa que creo
que es por ahí, pero en ningún momento nos señala el puerto. Pregunta a unos
ciclistas y le dicen que el cruce es más adelante así que seguimos y llegamos
de nuevo hasta arriba del Stelvio. Así como la otra vez nos tocó un día
nubladete, este día era espectacular y había bastante más tráfico. Es como un
parque de atracciones de motos, coches y bicis. Todo el mundo quiere ir. Como
ya habíamos estado tiramos para abajo. Disfrutamos del puerto y del buen
tiempo. Le comento a Rafa que el cruce nos lo hemos debido de pasar, así que paro
al poco de empezar a bajar y les pregunto a otros ciclistas y me indican que
está abajo del todo. Jum. La verdad que no me cuadra, mi mapa me indica que
tiene que estar antes de llegar arriba, pero tanto los otros ciclistas como
estos nos dicen que sigamos. Pues nada, seguimos. La verdad que no estoy
convencida, pero bueno. Una vez que pasas las famosas tornanti sigues bajando y
hay un restaurante, así que paramos a comer. Eran todo mujeres, muy amables,
así que aprovecho para preguntarles por el Passo Umbrail y me indican que está
arriba del todo, que tenemos que volver a subir y una vez pasada la cima, a
pocos kms está ahí. Está claro que es el cruce donde pone “Suiza”, donde
preguntamos a los ciclistas!. La verdad es que no nos importó mucho porque el día
era de escándalo, pero si alguien te pregunta algo y no sabes dónde está, para
qué dices lo primero que se te pasa por la cabeza?
Terminamos de comer y volvemos a
subir el Stelvio con bastante menos
gente (estarían comiendo). Esta vez paramos a hacer fotos casi en la cima
porque es realmente espectacular. Al final ha salido bien tanta subida y bajada
porque las vistas lo merecen.
Como nos ha dicho la del
restaurante, nada más pasar la cima a pocos kms está el desvío. Una vez entras
al desvío, que te marca Suiza, circulas un poco y ya te marca el puerto, así
que contentos seguimos y lo bajamos. Bajada chula. Sigues un poco más y haces
el Ofenpass. Pasamos por St. Moritz y subimos el Spluga. Tremendo!
Espectacular!, Merece la pena! Tornantis y más tornantis. Y la bajada?,
espectacular también. Me encantan los Alpes J
Teníamos intención de hacer el
San Bernardino pero entre tanta subida y bajada al Stelvio se nos había echado
el tiempo encima, así que paramos en Nufenen. Previamente habíamos parado en el
pueblo anterior y nos pedían 150 euros por habitación + desayuno. No sé si es
buen precio o no para Suiza, intuyo que sí, pero venga ya. Decidimos seguir y
llegamos a Nufenen. Un pueblo pequeño pequeño donde sólo ves tractores y
ovejas. Vemos un caserón que pone “Bed & Breakfast”. Paro la moto y bajo.
Hay como una especie de puertecilla pequeña, que me llega a la cintura, y un
cartel donde pone algo en alemán (estamos de nuevo en la Suiza alemana). No sé
si pone que entre o me niega el paso, pero yo paso diciendo “hello” bien alto.
Ahí no hay nadie. Me encuentro una habitación pequeña donde venden cosas
artesanales. Está todo muy bien puesto. En otro lado veo una serie de botellas
de agua y refrescos dispuestos de forma ordenada, un cartel donde marca el precio
y un recipiente donde poner el dinero. Entiendo que coges y pagas de buena fé
porque ahí no hay nadie. No toco nada y salgo. Voy al costado de la casa. Veo
una puerta semi-abierta y entro. “Hello?”. Ni Dios. Es un pasillo de un caserón
viejo. No está remodelado. El suelo es de placas de piedra, ondulado, como
antaño, y a los costados hay herramientas de labranza y algún que otro calzado
viejo. “Hello?” (de nuevo). Nada. Nadie. No sé. Igual hay asesinos en serie.
Tiene toda la pinta. Ja!. Salgo y le digo a Rafa que aquí no hay nadie.
Decidimos ir al siguiente pueblo.
El siguiente pueblo, según el
mapa, está a pocos kms, pero como la autopista va pegada decidimos poner el GPS
para que no nos meta por ella por despiste (no tenemos viñeta). Salimos y enfilamos
una carreterilla pero a un km poco más o menos, se corta por obras.
Eins?, cómo pasamos?, damos media vuelta y el camino nos lleva de vuelta a
Nufenen sin poder coger otro desvío. Vemos un restaurante justo a la entrada de
la autopista con 3 trailers aparcados fuera. Pone “zimmer”. Ahhh, zimmer, qué
bien suena para lo cansados que estamos. Entro y pregunto. Para variar
(evidentemente ya no sorprende) la mujer que me atiende (entrada ya en años,
amable) sólo sabe alemán. Le digo que un zimmer, dos personas. Me entiende. Me
indica 98 euros (esto ya es otra cosa) pero con baños comunes. Arg. No hombre
no. Si tiene que ser así, así será, pero si lo puedo evitar lo evito. Le
indico que no con una sonrisa pregúntandole con gestos si no tiene una habitación
con baño. Me dice que no. Genial. Mientras salgo, no sé cómo me hago entender
para preguntarle cómo salir de ahí por la nacional ya que la carretera está
cortada. Me hace gestos indicando la autopista. Le indico que no puede ser y
ella me vuelve a señalar el camino de la autopista. Le doy las gracias pero
pienso que no me ha entendido bien. Al salir le veo a Rafa hablar con un hombre
que va vestido de currela de obra. Resulta que es un gallego que vive en Suiza
y trabaja en la obra. A pesar de su buena voluntad no nos consigue ayudar con
el tema de la carretera. Él no es de ahí. Le damos las gracias. Aunque no nos
haya sabido ayudar el hecho de hablar castellano nos sienta bien. Qué curioso.
Le indico a Rafa lo que hay con la zimmer y me comenta de volver al “Bed &
Breakfast” de los asesinos en serie. Evidentemente yo ya me había hecho mi paja
mental sobre el lugar. El cansancio es lo que tiene. Volvemos y nada más parar
las motos hago sonar la bocina. Mec mec. Me fijo de que hay un coche con matrícula
belga aparcado en la puerta. De repente sale un chaval de unos 13 años,
rollizo, va descalzo. Pelo recortadito y claro. Sonrisa risueña. Me llama la
atención que vaya descalzo. Sus pies están sucios y son enormes. Son como
desproporcionados para su tamaño. Uh. Me habla en alemán. “Inglés?”, “a Little”
dice. “Para dormir?”. En plan indio me dice que sí hay sitio pero que hay que
esperar a que llegue su madre 30 minutos. De mientras aparece el belga. Son
una pareja joven con un niño pequeño y un perro muy majo. Le pregunto en inglés si sabe alemán y a ver si me puede hacer de traductor con el chaval. Me dice, con una
sonrisa, que sí. Me entero de que el sitio cuesta menos de 100 euros, de que
tendríamos baño propio, de que su madre sabe inglés y de que, efectivamente, hay
que esperarla porque hay que limpiar la habitación. Ok, con una sonrisa le digo
al belga que muchas gracias y al chaval que esperamos. En menos tiempo aparece
su madre. Es una mujer de unos 38 años, un
poco ancha pero firme, de currar, activa, emana buen rollo y descalza. Uh?.
Pies igual de sucios y de grandes. Qué mosqueo con el tema de los pies. Estamos
en la calle y los de la casa van descalzos. Por cómo son sus pies, musculosos,
grandes y sucios entiendo que habitualmente van descalzos. Le pregunto a la
madre si sabe inglés y me dice que no, que nada, que ni un poquito. Magnífico.
La información del chaval, dejando de lado el tema del inglés de la madre, queda
verificada. 47 francos suizos por persona (en euros queda unos céntimos más
barato), baño propio y desayuno incluido. Dejamos las motos y le seguimos por
el caserón. Tiene varios pisos. Escaleras empinadas, desiguales, de piedra. De
hecho todo el suelo es de piedra pero extrañamente según vas avanzando las
luces se van encendiendo de forma automática. No me esperaba ese detalle de
modernidad. Es como un caserón sin arreglar, de hace la de Dios de años, pero
con alguna comodidad. Nos indica la habitación. Enorme. Tiene cocina propia,
mesa como para comer 4-6 personas, dos butacas, y una cama enorme. El baño?,
saliendo de la habitación pero pegado. Sólo es para uso nuestro. Genial.
Quedamos que a las 8 nos sube el desayuno a la habitación. ¿A la habitación?.
Sí. Se me hace extraño. Nos despedimos de ella dándole las gracias y nos
sorprende todo el tinglado. ¿Qué es esto?. Estamos contentos, tenemos
habitación grande y limpia, a un precio más que asequible para ser Suiza.
Nos duchamos y salimos a cenar al
restaurante-zimmer de la entrada. Rafa saca una foto a un cartel que hay a la
entrada de la autopista, en color naranja, donde suponemos pone información
sobre la obra. Está claro que el restaurante es el punto de reunión del pueblo.
Hay dos cuadrillas de 20añeros jugando a cartas y nosotros. Cenamos. Por suerte
el hombre que nos atiende sabe el inglés suficiente para atendernos sin tener
que pedir la cena a ciegas. Todo ok. Volvemos a la habitación. Rafa, vía
diccionario online traduce el cartel, donde más o menos pone que hasta el
siguiente pueblo ese tramo de autopista es gratis debido a las obras. Genial. Mientras
nos planteamos cuántos habitantes tendrá este pueblo (20?), Morfeo nos llama.
Tenemos sueño y caemos redondos.
Duodécimo día –
05/07/17 – 478 kms
Me levanto sobre las 5 de la
mañana. Doy vueltas en la cama y no consigo dormir más. El día anterior
habíamos caído pronto por lo que no había dormido pocas horas. Después de dar
ciertas vueltas y despertar sin querer a mi pareja, decido salir a correr un rato, por airearme. Salgo
con el sonido de las campanas de la iglesia marcando las 7 de la mañana. Corro.
Estoy muy cansada. Me pesa todo. Voy con los cascos de música pero en seguida me
los quito, es como si me molestaran. Me doy cuenta de la razón. Estoy en (casi)
plena naturaleza. Me rodea un valle precioso y voy por una carreterilla
desierta. El silencio y el olor a hierba me ayudan. Bajo el ritmo e intento
disfrutar de la situación. Al cabo de 35 minutos estoy de vuelta en nuestro
“Bed & Breakfast”. Me siento algo mejor, curiosamente menos cansada. Nos
duchamos y para las 8 en punto tenemos el desayuno en dos bandejas grandes en la
puerta. Vaya desayunos!. Tremendos!. Vamos notando que los productos son de
ahí, del pueblo, y me empieza a cuadrar todo. Habíamos ido a parar a una especie
de casa rural suiza donde hacen ellos sus propios productos. La leche, el
queso, el yogur, la mermelada, todos son de verdad, no esa pseudo-comida que
estamos acostumbrados a comer, sino comida de verdad. Más tarde me fijaría en
las fotos que había colgadas. El chaval ordeñando vacas, la marca del yogur era
el nombre del pueblo y más detalles que te hacen ver obvio lo que el día
anterior no vimos. Qué suerte hemos tenido! :-)
Desayunamos como si no hubiese un
mañana, dándonos pena porque estamos ya tan llenos que no podemos seguir
comiendo y nos despedimos de esa familia. Los descalzos. Gente currela,
sonriente, que te hacen sentir como en casa. Anoto el nombre del pueblo. No
quiero olvidarlo.
Nada más salir hacemos el Pass
San Bernardino. Chulísimo!. Subimos completamente en solitario, no nos cruzamos
con nadie. Vas admirando el paisaje mientras piensas que qué suerte tienes de
estar ahí haciendo lo que estás haciendo y cuando estás casi arriba del puerto
escuchas “tu-ku-tu-ku-tu-ku-tu-ku”. Miras de reojo. Es un helicóptero. Se va
acercando, acercando, acercando. Ostias, que lo tengo encima. Diriges la vista
al frente y ves un camión de obra, una hormigonera con dos trabajadores.
Vuelves a mirar al helicóptero que ya lo tienes ahí, delante, a pocos metros, y
ves que lleva una cesta colgando. Paras la moto y flipas. El helicóptero se
para en el aire, los obreros cogen la cesta, la llenan (supongo que de cemento,
no sé), y éste sale volando mientras el aire te mueve la moto de lo cerca que
estás “tu-ku-tu-ku-tu-ku-tu-ku”. Y vuelves a flipar. Quizás para la gente de ahí el
transporte de cemento vía helicóptero sea habitual. Para mí no. Yo debo de ser
de las de toda vida. De las de carretilla, obrero con cara de “apufs” y yep!,
arriba con todo, a andar con el peso cargado en los brazos, hombros y espalda,
así que está claro que el tema del helicóptero me llama la atención. Y no sólo eso. Nos
fijamos y vemos una señal que indica algo así como “precaución helicópteros”.
Nada de “precaución ciervos” o vacas o qué se yo. No. “Precaución
helicópteros”. Curioso.
De ahí bajamos hasta Locarno
bordeando el lago Maggiore, cogemos la autopista (unos 200 kms) y entramos en
el valle de Aosta (Italia). Pasando Pre-St-Didier empieza la subida al Petit
San Bernard. Sol. El sol nos mira. No nos
lo creemos. Qué gusto da subir el puerto con un tiempo increíble (el año pasado
cuando pasamos por este mismo puerto, estaban los bordes nevados y llovía!).
Subimos la Rosiere y subimos, por fin (el año pasado no pudimos subirlo porque
estaba cerrado por nieve!) el Col de L´iseran. Apufs. Tremendo! De verdad, merece
la pena!. Más de 30 kms de subida. Subes poco a poco mientras vas disfrutando
de sus paisajes. Es increíble. Pasas por el Val d´Isere, que también es
tremendo. Me ha encantado. Paramos a dormir a las faldas del Iseran, en
Bonneval-S-Arc, ya en Francia.
91€ con desayuno incluido +
parking.
Decimotercer día
– 06/07/17 – 780 kms
Nos levantamos con la sensación
de que la vuelta a casa está muy cerca. Nuestra intención de hoy es llegar a
Puigcerdá, justo pasando la frontera de Francia.
El día anterior nos había dado
pereza, así que después de desayunar engrasamos cadenas, rellenamos el aceite
de la KTM y para mi sorpresa, la gordita parece algo corta de aceite. No llevo
su aceite. Nunca lo he llevado ya que nunca le ha hecho falta. Decidimos que al
pasar por Briançon pasaríamos por un taller y rellenaríamos.
Subimos el Col du Mont Cenis, que
nos encantó. Bajamos, tramito de autopista pequeño y enfilamos a Briançon. Al
llegar pasamos por un taller que nos dicen que ya es tarde (son las doce menos
diez, por Dios, qué horario tiene esta gente?), que van a cerrar el taller, que
pasemos por la tarde. Uh?. Venga ya. Los mecánicos ni nos miran, como si no
existiésemos. Esquivan el bulto. Como también es gasolinera repostamos mientras
pensamos qué hacer, y vuelvo a mirar el aceite. Está entre las marcas. Debía de
estar dormida a la mañana. Un problema menos. Salimos dirección Gap, para hacer
el tramo entre Serres y Nyons, que el año pasado nos encantó. Recordamos las
curvas y el tramo donde el año pasado vimos un motero en la cuneta (no le pasó nada, a su moto sí, rasguños, alguna
palanca torcida y un golpe en el depósito que nos dolió hasta a nosotros).
Disfrutamos de la carretera. El calor empieza a hacerse notar. Al llegar a
Orange cogemos la autopista con idea de ir directos hasta España. El calor
aprieta. Kms y kms de autopista. No te aburres porque hay tráfico. Antes de
llegar a Narbone Rafa me comenta que ha entrado en reserva pero que como a 30 kms está la salida echaría fuera de la autopista que es más barata. Me parece bien.
A pocos kms, veo que al paso de una gasolinera hace el amago de entrar pero no
lo hace. Le pregunto qué pasa y me dice que había cambiado de idea y que iba a
echar, pero que no sabía si era gasolinera o una zona de descanso. En Francia
ambas son grandes y bien puestas. Al pasar yo me fijo que efectivamente era una
gasolinera. Echaría en la siguiente o como había pensado antes, al salir de la
autopista. Seguimos y a 12 kms del cartel de la siguiente gasolinera veo que
pone los 4 intermitentes y me comenta por el intercomunicador que se ha quedado
sin gasolina. Ostia. Se echa a un lado, yo detrás con los intermitentes puestos
y deja que la moto se deslice hasta parar. A pocos metros hay como un apartado
donde está el teléfono de emergencia. Me dice que vaya hasta allí y él empuja
su moto los pocos metros que le restan. Se baja de la moto y le digo que he
visto el cartel de que a 12 kms hay gasolinera. Que deje la moto ahí, que le
llevo, compramos un bidón y volvemos. Así lo hacemos, la deja bien aparcada,
vamos a la gasolinera, compra el susodicho bidón de 5 litros, lo llenamos y
volvemos. La vuelta no es tan fácil, ya que no conoces la autopista, sus
salidas, no quieres perder las referencias que tienes de dónde está la KTM.
Cuentas kms. Al final lo conseguimos. Logramos salir, dar la vuelta, pasar por
el otro lado, ver la KTM, coger la siguiente salida que estaba más allá de los
esperado, y volver donde su moto. Rellenamos, vamos a la gasolinera y llenamos
depósito. Bufs. Hemos librado J
Dudamos de si vamos a llegar a
Puigcerdá o se nos va a hacer tarde. Con el tema de la gasolina hemos perdido
casi una hora. Decidimos ir. Sigues autopista y luego tienes una nacional con
algún puerto incluido y cogiendo altura. Chulísimo. Es la carretera que pasa
por Prades. Digna de repetir. Llegamos al hotel cansados, por lo menos yo. Estoy
muy cansada. Muy cansada. Voy como una autómata. Me doy cuenta de que habíamos
hecho casi 800 kms, muchos de ellos con calor pegajoso, mezcla de autopista y
nacional, con puertos de por medio, con un poco de comida de bolo por mi aceite
y la guinda de la gasolina supongo que terminó por hacer mella en mi. Nos
duchamos y salimos a cenar. Es tarde. El hecho de meter alimento dentro de mi
cuerpo hace que recupere y en un momento vuelvo a ser yo. No me había dado
cuenta de lo cansada que estaba. Estoy contenta de nuevo. Estamos ya en España
y a pesar de que las vacaciones se terminan, si todo va bien mañana iré a
recoger a mi perro. Le quiero, es inevitable J
El hotel nos cuesta 61 euros +
desayuno. Gracias España. Por fin precios normales J
Decimocuarto día
– 07/07/17 – 567 kms
Puigcerdá – San Sebastián
Último día de viaje. En vez de
volver por donde siempre (para nosotros es ruta conocidísma) decidimos bajar por
el Col de Nargó à
Puerto de Montañana à
Pantano de Escales, que lo hicimos el año pasado y nos gustó mucho. Cogemos la
carreta de Ainsa y lo más recto posible a casa. Hace mucho calor por esa zona.
Cogemos 37,2 grados. Nos cocemos. Apufs. Al llegar a Pamplona control de
alcoholemia (es el día de San Fermin). Parece que paran a todos los vehículos que pueden.
Tienen a varios retenidos y no hacen discriminación. Todo el mundo a parar y a
soplar. La verdad que fueron muy amables y sonrientes. 0,0 como no podía ser de
otra forma.
La autovía de Leizaran nos da un respiro
de temperatura. Bajamos a los 20tantos. Mola. En Donosti hace 22-24 grados. Así
sí. Perfecto. Paso por una gasolinera y limpio la moto. Rafa limpiará la suya
cuando llegue a su casa. Aún le quedan 100 kms.
Llegamos a casa. Qué bien huele.
Casa. Todo ok :-)
El viaje
Mis gastos:
·
Hospedajes, comidas, cenas y demás: 1062,24
euros
·
Gasolina: 377,14 euros
·
Autopistas + passo di Rombo: 80,90 euros
·
Total:
1520,28 euros, dicho de otra forma, 110 euros (redondeando) al día.
Han sido 14 días de viaje, de los
cuales uno de descanso (en Isolaccia, el día de la tormenta), ya que cuando la
KTM se quedó sin batería salimos con mi moto.
Dormimos todos los días en casas rurales, hoteles o bed & breakfast.
Ropa
Por mi parte fui con ropa de moto
de invierno pero con los térmicos quitados. La ropa de lluvia es básica,
siempre os va a llover, si no es un día es otro.
Respecto a los guantes me llevé
tres pares: de verano, intermedio e invierno. Los que más usé fueron los
intermedios, pero a lo largo del viaje los usé todos.
En el acercamiento, depende en
qué época vayáis, lo normal es pasar calor (a no ser que en vuestro baúl os
entre ropa de verano e invierno. No es mi caso). En los Alpes, personalmente
iba muy cómoda con la ropa de moto que llevé. De hecho, depende del día, la usé
toda.
Conclusión:
El viaje ha sido realmente
espectacular. Me ha gustado tanto que ya llevo unos cuantos días en casa y
mentalmente sigo dando vueltas en moto por los Alpes mientras una sonrisa
cómplice me acompaña allá donde voy.
Hasta la fecha hemos recorrido
España en moto casi entera (siempre falta algo) y gran parte de Portugal. A veces
cuando estás de ruta por ahí te cansas un poco, ya que realmente la moto es
cansada. Estás días fuera de casa, todos los días en sitios diferentes, baúl
arriba, baúl abajo, saca ropa, mete ropa, ropa sucia por aquí, calor, frío,
viento, lluvia. Vas por sitios increíbles, porque España tiene unos sitios para
volver y volver a volver, pero a veces, depende de por dónde vayas, te cansas
un poco y te quedas un par de días o más en un sitio fijo sólo por descansar. Pero, los
Alpes, ahhh los Alpes *suspiro*, eso ya es otra cosa. El año pasado hicimos los
Alpes Franceses, pasamos un poco a Italia y algo a Suiza, pero donde realmente
estuvimos fue en los Alpes Franceses. Para mí fue un antes y un después en la
moto. Vine encantada de la vida y con ganas de repetir!
Los Alpes, *suspiro de nuevo*, …,
tremendos! J
Este viaje, estos 14 días, me he
levantado todos los días con ganas de volver a montar el baúl y salir. Todas
las noches miras el mapa para ver al día siguiente por dónde vas a ir (por
aquí?, por esta otra?, por allí?). Esa sensación de que puedes (y quieres) no
parar, de seguir y seguir sólo la he tenido en los Alpes, tanto el año pasado
como este. El año pasado fue la primera vez. Alucinante. Este año ha sido la
explosión. Tremendo. Me pasó también el año pasado. Ir en moto con la boca
abierta de lo emocionada que vas (menos mal que voy con integral), sin darme
cuenta hasta que te notas la boca seca y la cierras, para más adelante, sin
darte cuenta de nuevo, volver a abrirla. Insisto: Alpes :-)
Por cierto, antes de este viaje me leí unas cuantas crónicas que hay por foros y blogs. Gracias a tod@s por colgarlas, me encanta leerlas, me dan fuerzas y me inspiran para recorrer nuevas carreteras. Gracias! :-)